Page 327 - Antologia_2017
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JORGE LUIS LINARES MARTÍNEZ
Se pone las manos junto a la boca y aúlla como lobo. Segundos
después, a lo lejos, suena un aullido casi idéntico.
El Armadillo lo mira extrañado.
La maleza se agita.
Con sigilo, entre los árboles, sale el Atole (10 años) flaco, cha-
parrito, greñudo, con un fusil de asalto M-2 y la mirada tensa y
triste.
El Atole ve con desconfianza a el Armadillo y le susurra a
David.
El Atole: ¿Y ese?
David: Todo bien.
El Armadillo los ve de reojo y al notar que lo miran agacha la
cabeza.
David se acerca mucho a el atole y le susurra.
El Atole asiente, se da la vuelta y camina de regreso a la montaña.
David saca de su chamarra un paquete arrugado de cigarros y ve
que aún quedan varios.
Agarra uno, lo prende y le grita a el Atole.
David: ¡Ey, cabrón! Ven, güey.
El Atole regresa y David le da el paquete completo.
El Atole los toma, sonríe y se va.
David le señala a el Armadillo que va a seguir por el camino de
la derecha.
Chocan el puño y cada uno agarra una vereda distinta.
El Armadillo se cuelga la guitarra.
Repasa la parte que le sale bien y camina por el páramo que se
abre a la izquierda.
Atardece y su silueta se pierde entre los árboles.
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