Page 213 - Antologia_2017
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PEDRO ZAVALA
El viejo inhaló durante algunos minutos. Primero le faltó el aire
y sintió ahogarse, luego tuvo un mareo y después se sintió aletar-
gado. Cuando recuperó la estabilidad pensó que era veinte, treinta,
cuarenta años más joven. De pronto era un niño, un pequeño listo
para liarse a golpes.
Caminó como si su cuerpo fuera de vapor. Y todo cuanto le ro-
deaba era más luminoso. Las paredes negras respiraban a su lado,
como los pechos henchidos de los esclavos que bajaron del Ma-
yflower. Vio bajo sus pies, la espalda de un animal salvaje ace-
chando a su presa.
Caminó por el Strip toda la tarde. Una, dos, tres, cuatro, cinco
cuadras, enfundado en su pants Adidas hasta que la noche se apo-
deró del horizonte. Cuando llegó a los pies del hotel Stratosphere
vio en la punta de la torre los juegos mecánicos. Un parque de di-
versiones en las alturas. Escuchó el grito y vio la cuerda elástica,
que sujetaba a una mujer mientras caía.
¿Subo? ¿Voy?
Entró por la puerta principal, pasó por el casino, siguió hacia la
torre y subió al último piso.
En el Sky bar bebió un par de cervezas y vio el Strip tras los
ventanales. Las luces pequeñas e incandescentes, una al lado de la
otra eran el reflejo de las estrellas. El negro de la noche se había
apoderado de Las Vegas expulsando el cielo rojizo y las nubes
blancas. Al fondo miró una mancha verde esmeralda, el mgm y el
haz de luz de la pirámide Luxor.
¿Estoy vivo aún? Cada vez que miro al vacío, la sangre en mi
cuerpo se vuelve un mar que desea salir a borbotones. ¿Qué hago
aquí? Para esta hora debía estar muerto. ¿O no?
Salió del bar y miró el Insanity. El brazo mecánico que pende
de cara a Las Vegas, a trescientos metros de altura. Tal vez otro día.
Hoy el jazz, se dijo y salió.
30 junio.
Las Vegas. Caesars Palace, 1:33 a. m.
Luces, póker, vida.
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