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MARIANA GÁNDARA

	 Instantes congelados. Donde la vida vibra vulnerable. Tenía-
    mos el tiempo de sobra. ¿A dónde se fue?

La botarga en forma de casa aleja súbitamente el micrófono. Se
pone de pie. Camina para sentarse a lado contrario de Acotacio­
nes, haciendo de ese cuerpo cubierto de vida su jardín.	

La botarga en forma de casa: “¿A dónde se fue?” piensa él,
    mientras siente la sangre pulsando en su mano.

	 “Ahora sólo nos quedan las ruinas”, piensa ella, mientras
    siente su mejilla enrojecida pulsar al mismo ritmo que la pal-
    ma de él.

	 Mis paredes fueron permisivas. Las piedras son benevolentes
    por naturaleza. Desde hace unos años sentía su andar entu-
    mecido. Un par de pastillas para dormir al despertar. Otras de
    euforias artificiales. Se convencían de estar haciendo lo mejor
    que podían para afrontar el mundo exterior. Y yo sonreía lle-
    na de ternura. Una sabrá que ha muerto el día que deje de
    sonreír ante la inocencia.

	 ¡Slap!, el sonido aún retumba por el aire.
	 Las cosas no siempre fueron así. No, no éramos felices, pero

    teníamos otra cosa. Y estábamos juntos. Intenté advertirles,
    darles a entender que nuestros tiempos no coinciden. Que aquí
    seguiré mucho después de que ellos desaparezcan. Que la
    fauna salvaje vendrá tarde o temprano a rumiar sus perte­
    nencias. Y que eso está bien. Pero tan sólo soy una casa, y
    ellos desconocen el lenguaje secreto de los objetos: una luz
    parpadeante al final del pasillo, la ventana que se niega a
    abrir, las llaves que juegan a las escondidillas.
	 “Mañana, mañana tocaremos fondo y por fin tomaremos una
    decisión. Entonces verán cómo las cosas cambian,” se repe-
    tían antes de dormir. Pero la crisis se instaló aquí. Vino de
    visita un par de días y pronto había hecho un fuerte con los
    cojines de la sala, tomado por asalto la cocina, vaciado alace-
    nas, volteado los sillones en busca de centavos. Poco después
    tuvieron que mudarse al ático, pero terminó por encontrarlos.
    Entonces empezaron a deambular por lo que antes fuera su

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