Page 189 - Antologia_2017
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Valentina Winocur

                   Trofeos de guerra
                       (fragmento)

Hacía mucho calor y nuestro viejo Caribe del 92 no tenía aire
acondicionado. Lo habíamos bautizado Cuba, porque estaba muy
golpeado pero seguía andando. Lo estacionábamos en la calle a
tres cuadras de la universidad donde nos recibía don Beto, el “vie-
ne-viene” que ayudaba a mi abuela a acomodar al destartalado
coche procurando que no se llevara por delante la banqueta o le
pegara a los otros. Entre frenadas bruscas e insultos al rector que
no le había querido dar un lugar de estacionamiento dentro del
campus, la Nona lograba la misión, y aunque siempre quedaba una
llanta sobre la vereda o el cofre salido, lo tomábamos como un
triunfo.

    –Y bueno, todo no se puede, que agradezcan que no tapamos
ninguna entrada. ¿Verdad, don Beto? –Le decía mi abuela, mien-
tras miraba el resultado de sus maniobras.

    Rápido caminábamos sobre Periférico hacia la universidad. Lo-
grábamos estar siempre corriendo, siempre llegando tarde, con pri-
sa, como si las horas no nos alcanzaran. Me agarraba fuerte de la
mano y me llevaba como papalote hasta entrar al edificio princi-
pal. Sentía cómo las arrugas de sus dedos me apretaban y recorría-
mos los pasillos hasta dar con su oficina. Encontrar las llaves era
una demora inevitable. Mi abuela cargaba su bolsa de mano y una
vieja bolsa de mezclilla de la Gandhi llena de libros, fotocopias y
tesis de alumnos. Las llaves podían estar en cualquiera de las dos.
Si teníamos suerte, una buena removida con la mano servía para
identificarlas y las sacábamos, si no, terminábamos las dos en cu-
clillas con todo el contenido de las bolsas desparramado por el

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