Page 187 - Antologia_2017
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ALFREDO NÚÑEZ LANZ

para que no sigan gritándome. Olivia está mirando la televisión y
sabe que debe dejarme llorar a mis anchas. Golpeo con toda mi
fuerza el colchón. Ahora resulta que Reinaldo también es culpa-
ble. Trato de calmarme un poco para escuchar lo que dicen.

    –¡Esa mujer está igual de loca que su hijo! Se lo permite porque
a ella también le gusta esa música. Es increíble. Al menos le bajó.

    Mamá murmura algo que no alcanzo a entender. Los pasos de
él retumban en el suelo, primero hacia la cocina o la sala; se detie-
ne y viene a nuestro cuarto. Olivia me mira preocupada. Papá gol-
pea nuestra puerta con el puño cerrado, como acostumbra.

    –¡Si vas a ser borracho y maricón, por lo menos trabaja! ¡Que
te cueste el alcohol que chupas, cabrón!

    Ahora lo comprendo: no le mintió a la directora para ayudar-
me; más bien no soporta la idea de que su hijo no sea como él
quiere. ¿Cómo llegué a pensar que en algún momento había estado
de mi lado y había querido ayudarme? Sólo se ayuda a sí mismo,
como siempre. Ellos no entienden nada realmente, y lo peor es que
jamás entenderán. Ya no tiene sentido defenderme o hablar. Mamá
trata de callarlo por Olivia. Ellos siguen discutiendo. Empiezan a
pelear, es el paso natural entre ellos, y después me culparán de su
pleito. Olivia y yo podemos escuchar algunas cosas:

    –Ellas dijeron que ni siquiera lleva los zapatos del uniforme…
    –¿Ahora por eso me vas a reclamar? ¡Tú dijiste que estaban
carísimos! Le compré unos negros parecidos.
    –Si sabes que la escuela es exigente.
    –Si no hubieras rezongado desde un principio, los tendría.
¡Tres pares! –interrumpe mamá, histérica.
    –Si me hubieras explicado que tenían que ser los del uniforme,
los hubiéramos comprado y tan-tán, un problema menos.
    –Ahora resulta que contigo todo es muy fácil… ¿Qué vamos a
hacer si lo corren?
    –No pienso pagar otra escuela si repite el año. Lo meto a traba-
jar de cargador, o lo que sea, para que vea lo que se siente tener
que mantenerse.
    –¡Es tu hijo y tiene un problema! No sabemos si se drogue.
    –Estoy pagando esa escuela privada. Yo no voy a mantener
borrachos ni drogadictos…

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