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PEDRO ZAVALA

res del empalamiento y las decapitaciones. Cúmulo de ignorantes.
Camarilla de holgazanes. Estoy vivo. Aquí. Ahora. Listo y en
espera del desenlace, el combate por venir, abróchense los cintu-
rones.

    –Muestren sus cartas –dijo el croupier dirigiéndose a Génes­ is. Él
las lanzó al centro de la mesa junto al mar de fichas de colores.

    K y 10 . Los jugadores detrás de Wild Jack miraron las cartas
con ojos abiertos como platos.

    ¿Por qué se asombran? ¿Creen que soy un loco por jugar esas
dos cartas? ¿Fue una decisión errónea? ¿Soy un viejo de pelo es-
caso tomando una decisión suicida? Banda de tahúres. Gringos ena-
jenados.

    Wild Jack sonrió. Se acomodó el Stetson, tocó tres veces la
punta y mostró sus cartas. Par de Reinas.

    ¡Un par! No, no, no. ¿Qué me trajo a este precipicio? Todas
mis fichas están al centro. ¿Lo hice mal? ¿Por qué arrojarse al va-
cío con dos corazones?

    Cerró los ojos y recordó la sensación de la primera y después,
la segunda vez que lo dijo a lo largo del día. All in. Quería recrearla.
Pasarla de nuevo por sus entrañas. Ese era el verdadero motivo.
Los latidos a tope y los brazos como dos enormes troncos. Sentir
el recorrido de pequeñas descargas eléctricas por la espalda. La
visión borrosa, las manos temblorosas. El vértigo momentáneo,
luego el aletargamiento. No importaba qué o cómo. La cuestión
era esa. Volver a estar ahí.

    El primer disparo. No hay vuelta atrás, pensó. El croupier abrió
las tres cartas comunitarias, el flop. Y mostró al centro de la mesa:
9 9 ,A .

    Génesis escuchó un zumbido en los oídos. Se llevó los lentes a
la cabeza, pasó las manos por su barba y sintió el corazón a punto
de salir de su pecho al ver las fichas al centro de la mesa. Miró a
Wild Jack reposado, con una sonrisa a medias, tocando la punta de
su Stetson blanco, una, dos, tres veces. Sentado en su silla y con la
mirada atenta, en espera de las cartas por venir.

    Texano analfabeto. Sebo ignorante. Mamut albino.
    El segundo disparo. Cuando llegó la siguiente carta comunita-
ria, el turn, todos vieron un 8 .

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