Page 198 - Antologia_2017
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NOVELA
Sands Avenue. A cada cien pasos miró por encima de su hombro,
esperando no encontrar a alguien que quisiera brincarle encima y
robarle el dinero que había ganado.
Se detuvo frente a Neiman Marcus. Las luces blancas llamaron
su atención. Miró la tienda, la preferida de políticos mexicanos y
narcotraficantes contemporáneos, recordó.
Antes de cruzar la calle vio las enormes torres de los hoteles
Wynn y Encore. En la revista de la aerolínea Southwest leyó que
el color dorado de las ventanas del primero, se debía al oro utiliza-
do en el proceso de su coloración.
Llegó a la habitación 301 del Metrópolis, en la calle Sammy Davis
Jr. Antes de entrar a su cuarto acomodó el cuadro de Superman y
Lois Lane sobre la pared amarillenta del pasillo.
Cuando entró, quiso vomitar al olisquear el hedor que escapa-
ba del baño. En el piso, un charco con mierdas flotantes como pe-
queños submarinos. Cerró la puerta.
Escapar cuanto antes. ¿Al Wynn? ¿Al Encore? ¿Al Venetian?
¿Al Rio?, se preguntó.
Tomó el teléfono y marcó el 0.
–Recepción.
–Pedí que por favor limpiaran el baño.
–¿Qué?
–El baño de la 301.
–Espere.
–No. El baño es vomitivo –dijo y colgó. Después se quitó los
zapatos, caminó sobre la alfombra raída y se sentó al borde de la
cama. Prendió la tv y en la pantalla apareció el canal de Playboy.
Una mujer blanca de pelo lacio y largo se encontró con el novio
de su hija en el sofá de su casa, un joven con acento alemán. La mu-
jer dijo que le gustaba mirarlo en la alberca de la casa los fines de
semana. Se apretó los senos con los antebrazos y dijo, sé muy bien
que te coges a mi hija en su cuarto cuando dicen que van a estu-
diar. El joven dijo con espanto no, no, cómo piensa usted esto, yo
no sería capaz. La mujer dijo, los he escuchado gemir, gritar. De-
bes sab er que eso me excita, dijo, al tiempo que se arrancó la blu-
sa, luego el sostén y comenzó a tocarse los pezones con los dedos.
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