Page 196 - Antologia_2017
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NOVELA
–¡Una más! – gritó Wild Jack.
Génesis cerró los ojos y se concentró en el bombeo de la sangre
en sus sienes. Se sintió pesado, aletargado. El aire como plomo a
su alrededor. Todo daba vueltas.
–¿Se siente bien?
–Siga, siga, joven. Todo bien.
Llegó el tercer disparo. El croupier mostró la carta comunitaria
final, el river. El K aterrizó en la mesa.
–¡Gatsby! ¡Gatsbyyyy! –gritó, saltó y la silla se fue de lado–. Sí,
Gatsbyyy. Los brazos al aire, los puños cerrados, los lentes en el piso.
Génesis miró a los demás jugadores. Pyongyang, Alabama,
Eco, Nebraska lo miraron desconcertados. El viejo se encorvó so-
bre la mesa, miró las fichas, respiró. Una, dos, tres veces.
Soy el Gran Gatsby, miscelánea de fracasados. Soy Gatsby,
culo mantecoso, gorila blondo y tus fichas son mías, pensó. Son
mías y esto es lo que pasa cuando te metes conmigo, red neck fan-
farrón.
Génesis miró a Wild Jack lanzar su sombrero blanco a un lado.
Miró a los espectadores repentinos regresar a sus lugares y a los
turistas a un lado de la mesa, continuar su camino.
Regresó a su asiento. Con la respiración acelerada. El croupier
acercó las fichas a sus manos y él, las apiló lentamente según los
colores como un zombie.
Treinta y tres mil dólares. Treinta y tres todos míos. Para mí,
míos, pensó. Treinta y tres mil. ¿Un profesor de literatura inglesa
puede ganar esto en un semestre de trabajo? ¿Dando clases, publi-
cando algunos artículos, ensayos por aquí y por allá, tal vez un li-
bro de cuentos, incentivos académicos incluidos, alguna edición o
trabajo por encargo? No. ¿Con ese presupuesto educativo menes-
teroso? Nunca, carajo, se respondió de inmediato al pensar en el
tipo de cambio del peso frente al dólar. Dios, desde luego que no,
se dijo y sonrió.
Miró el reloj. Nueve horas de juego en total. Dos desde que había
ganado a Wild Jack. Se percató que la riqueza reciente en sus manos
había hecho desfilar a varios jugadores a su alrededor. Se levantó, se
estiró, intentó hincarse sujetándose a la mesa.
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