Page 383 - Antologia_2017
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David Eudave
Nanas
(fragmentos)
Cinco
Louise: Llamo el elevador. Son tres pisos, nada más, pero habien-
do elevador… Es un edificio moderno, con un elevador mo-
derno, no como la mayoría de los edificios europeos, con sus
elevadores-jaulas. Escucho acercarse el elevador. Lo oigo asen-
tarse y se abren las puertas. Ya estoy dentro y oprimo el botón,
pero justo cuando las puertas se están cerrando, alcanza a co-
larse Gregoire. Con él entra como una nube su perfume y yo
lo absorbo, un poco sin querer. Louise, por poco no te alcanzo.
Qué suerte, pienso. Qué suerte, digo. Qué suerte, dice. Sonríe,
y no puedo evitar sonreír mientras me destrozo las cervicales
para sostenerle la mirada. Siento el sudor que escurre por mi
cuello, entre mis pechos y de mis axilas. Qué vergüenza, pien-
so. Traigo puesto un vestido blanco, vaporoso. Me aprieto sobre
mí misma para contener el sudor. Gregoire, en cambio, estira
los brazos y coloca las manos detrás de su cabeza. Aprieta los
ojos y bosteza. Qué cansado estoy. No se preocupe, Gregoire,
ya me voy a encargar yo de los peques, pienso. Sí, hace mucho
calor, digo. El elevador termina de cerrar sus puertas, da un
pequeño saltito y comienza a subir. Los dos suspiramos. En-
tonces, nos miramos y nos da risa. Pero de pronto siento un
jalón en el vestido. Mi sonrisa se deforma. Él pone cara de
desconcierto. Cada vez jala más fuerte, me cuesta trabajo man-
tenerme vertical. Busco con la mirada y encuentro la causa.
Mi vestido se atoró cuando se cerró la puerta del elevador. Con-
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