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DRAMATURGIA

Siete

Malinalli: Hoy es el día de salir a recoger los hongos. Mi mamá
    me había dicho que me iba a peinar de una manera especial. No
    sé cómo, pero yo me imaginaba… no sé, como el peinado de la
    princesa Leia. Sí me alcanza el pelo. Pero como mi mamá no
    está, es mi tía la que me ayuda a arreglarme. Poquito, mientras
    Cindy no da lata. Yo le quiero platicar mi idea de la princesa Leia,
    pero mi tía se muere de la risa y me dice que si estoy chiflada,
    que así no se usa, y me hace una trenza común y corriente. Ten-
    go ganas de que acabe mi tía para deshacerme la fregada trenza
    y hacerme mis dos churritos de la princesa Leia, pero justo em-
    pieza a chillar Cindy y mi tía se desaparece como por arte de
    magia… ¿Qué pasó, chaparrita? ¿Tienes hambre o nomás te
    asustaste de abrir los ojos y estar solita? ¿Te preparo un bibi? Ya
    me urge que hables, canija, porque nomás tengo que estarte adi-
    vinando. Te preparo un bibi, pero de volada, que ya mero me
    tengo que salir a los honguitos. Sí, como los de tus patas, pero
    menos apestosos, manita. Patas de cheto… Total que le hago el
    bibi y la paseo un ratón hasta que llega mi tía. ¿Ya te tienes
    qu’ir, m’ija? ¿Pos qué estás esperando? Tía, está viendo y no ve,
    que la Cindy no se alimenta sola y usté quién sabe dónde anda-
    ba… Me imagino que le digo, pero no le digo nada. Chitón. Y
    nomás le digo: ahí se la encargo, y me salgo, y le camino un
    buen ratote todavía, con la luna de frente, hasta las faldas del
    monte, que es donde nos citaron… Hay un montón de morritos
    y morritas, todos echando humo como si estuviéramos fuman-
    do. Pero cuál fumando, pinche frío. Y está don Servando, pero
    en plan serio, tipo Yoda: seguir me tienen que, hasta yo que diga
    les. No, no es cierto, nomás así, bien serio. Total que ya le da-
    mos hasta donde están los pajaritos y los sanisidros. ¡Teonaná-
    catl!, dice don Servando, y ‘ora sí, a darle, que nomás ustedes
    los pueden tocar, quesque porque nomás ustedes están puros.
    ¡Pura madre! Si la Mary ya está más impurificada que pa’ qué te
    cuento, y me dice: vente pa’cá. ¿Pa’ dónde?, le digo, no vaya a
    ser. ¡Cállate, mensa!, pa’cá, atrás de la lomita, que no nos vean.
    ¿Y ‘ora qué chingaos quieres, pinche Mary?, le digo. Vamos a

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