Page 286 - Antologia FONCA 2017_sp
P. 286

GENER CHAN

remolino cerca de la casa de Casimiro. Como Casimiro no les res-
pondió, abrieron la reja y se trasladaron hasta la puerta de la casa.
Sólo porque uno de los niños tenía la mano delgada pudo meterla a
un costado de la puerta y quitar la tranca con la que estaba asegu-
rada. Dentro de la casa, sólo se podía escuchar a alguien quejarse
de dolor. Entraron y fueron rápidamente hasta la hamaca de Ca­
simiro, él estaba temblando, su cuerpo se estaba oscureciendo ya
por tanta fiebre que había tenido. Nadie más había junto a él, se
encontraba acostado solo en su hamaca.

    Don Candelario se fijó que en la parte trasera de la casa, había
un altar donde había unas jícaras que tenían restos de la bebida
del sakab, pegados y secos.

    –Este canijo hizo algo indebido –dijo don Candelario a sus
nietos.

    –¿Qué debemos hacer abuelo? –dijeron aquellos niños.
    –Tú Petronila, ve a buscar agua para que yo prepare una medi-
cina con yerbas –dijo el anciano mientras sacaba unas hojas de su
sabucán–. Tú Carlos ve a buscar unas hojas de roble para cubrirle
el cuerpo.
    Como pudieron, le dieron a tomar la medicina y las hojas de
roble se tostaron rápidamente sobre el cuerpo de Casimiro; sólo
de esta forma lograron bajarle la temperatura. Aún así, aquel
hombre enfermo no abrió sus ojos, no recobró la conciencia.
    El anciano se movilizó rápidamente, estaba convencido de que
aquel hombre había hecho algo malo con los vientos. Llenó las
jícaras con la bebida del sakab y las acomodó en el altar. Fue
entonces que empezó a cantar el jmeen. Con la fuerza de sus pa-
labras, don Candelario regresó a su lugar a aquellos vientos que
había invocado Casimiro. Los Yumtsiles aceptaron el alimento
que les ofrecieron, escucharon la voz del jmeen; Casimiro abrió
los ojos.

                                                                                            287
   281   282   283   284   285   286   287   288   289   290   291