Page 282 - Antologia FONCA 2017_sp

GENER CHAN

La flojera provocó que le viniera una idea que no era la ade-
cuada. Era algo con lo que no se podía jugar. Más bien era una
muestra clara de su inestabilidad mental.

–Ésto es una tontería, para que no me cueste ni un peso y pue-
da hacerse el jets’ lu’um yo mismo bajaré a los vientos aquí –dijo
Casimiro–. Claro que lo puedo hacer, las palabras que salen de la
boca del jmeen también podrían salir de la mía.

Por fin llegó el día en el que el patio de la casa de Casimiro
fuese limpiado, pues era el lugar escogido para invocar a los Gran-
des Vientos. Hizo también un altar. Había tejido las rodajas para
asentar las jícaras que se llenarían con sakab o bebida ceremonial.
Las jícaras estaban secas, boca abajo. Las velas que tenía en casa
ya las había puesto bajo el altar. Las ideas alocadas de Casimiro
buscaban tranquilizarse; era algo imposible, la ansiedad ya se ha-
bía apoderado de su mente y de su corazón.

“Chep”, fue el sonido del nacimiento del fuego, la mecha de la
veladora abrazó rápidamente la lengüeta de fuego. Aunque a Ca-
simiro le temblaba la boca por ratos, empezó a invocar:

–Mis señores, mis señores
a ustedes invoco.
Viento del Este, viento rojo,
sé que me están escuchando.
Viento del Norte, viento blanco,
escuchen mi voz.
Viento del Oeste, viento negro,
vengan a acompañarme.
Viento del Sur, viento amarillo,
vengan conmigo.

Así fue como invocó a los diferentes vientos del mundo. Uno a uno
los fue nombrando para que cuiden su casa y su patio. Sin embargo
el miedo le hizo decir palabras de las que no estaba consciente.

Justo en ese momento empezó a girar un vientecito cerca de
él, había nacido un pequeño remolino, tomó fuerza y comenzó a
desplazarse. Lo primero que pensó Casimiro fue que él cargaría
el mal viento; sin embargo el remolino se dirigió hacia la puerta
de su casa, ahí desapareció.

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