Page 105 - Antologia Jóvenes Creadores Primer Periodo 2014-2015
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alan grabinsky zabludovsky

tas volando en espiral alrededor de una torre inmóvil, como una
imagen de Lord of the Rings.

    De repente escuché una voz eléctrica rebotando en la esquina.
Otra, más cercana, salió de su cueva como un oso. Una más se hizo
presente, desde el abismo negro. Los aullidos de muchas le respon-
dieron.

    En poco tiempo, las montañas se habían cubierto de ecos.

Cuando Mark Twain llegó en barco a Estambul describió este efec­
to. La ciudad se le aparece como espejismo de Las mil y una noches
y, en cierto sentido, es cierto: las montañas de la ciudad forman un
anfiteatro alrededor del mar, como si su razón de ser fuera rebotar
el sonido del rezo. Los barrios amanecen acurrucados alrededor de
las mezquitas; máquinas productoras de urbe por la cual pasan
—desde la madrugada hasta el anochecer— hombres de negocios,
comerciantes, mendigos.

    Pero cuando desembarca, Twain no puede soportar la ­extrañeza
de lo ajeno. Al igual que a los españoles ante la Venecia azteca, el
espacio se le vuelve bárbaro. La primera impresión cede ante una
ciudad de leprosos, degenerados. Lo llama un infierno.

Vivimos en Europa, luego enAsia. Y el chiste de los dos c­ ontinentes
pronto se hizo viejo. En uno de los mercados árabes más antiguos
vimos monitores de televisión anunciando un Burger King; en los pa­
s­ ajes parisinos de Karaköy, vimos el ir y venir de la mezquita al
comercio.

    El francés Pierre Loti estaba tan fascinado por la ciudad que se
mudó a Estambul para escribir historias eróticas: su imagen —fu-
mando narguile con nativos portando un bigote estilo Dalí y un
vestido otomano— aparece en postales de tiendas turísticas al lado
de camisetas de la Hagia Sophia, rodeada de árabes con turbantes
blancos y tazas de princesas otomanas en lujosos baños turcos. Hay
una calle con su nombre, y un café ubicado en la casa en la que
vivió, desde el cual se puede ver a lo lejos el fin del Cuerno de Oro
y los rascacielos de Sisli.

    Algunos meses antes, caminando por las calles de Nueva York,
me encontré un libro que tenía en la portada un tranvía cruzando

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