Page 68 - Antologia Jóvenes Creadores Primer Periodo 2014-2015
P. 68
cuento
enterara—, sin duda habría dicho que se trató de un milagro: una
meticulosa operación de la Santa a favor de la vida. Porque la Santa
defiende la vida, cueste lo que cueste. Lo supo porque una luz
que desde el cielo brotaba como un chorro de agua lo abrazó. Lo
inundó convirtiendo sus heridas en brillantes estrías sobre su cuer-
po. Se sintió liviano y puro bajo esa luz blanca. Incluso notó cómo,
debajo de su desgarrada camisa, el escapulario de la Santa vibraba
soltándose de la gravedad.
Pero no pasó mucho antes de que empezara a sentir ahogo, como
si el chorro de luz fuese verdadera agua, “agua bendita”, pensó.
Y sintió cómo la luz lo abrazaba de verdad, alrededor del cuello y
haciendo una trenza en sus ingles. Y sintió un tirón que lo levantó
del suelo unos centímetros. A pesar de que recordó a la Santa, que
Ella no podría hacerle daño, intentó zafarse por puro instinto. Y
cuando sintió que ya sus fuerzas se iban y que el corazón y el es-
tómago se le subían a la garganta quitándole el aliento, distinguió
el refulgir de las torretas, y a un hombre que, a pesar de estar muy
lejos todavía, retrocedía cubriéndose el rostro, mientras muy cerca
de él, desde lo que fue su carro, un golpe y una nube de calor ama-
rillo y rojo lo inundaron todo.
Lo llevaron con Trescoronas. El mundo se le revolvió al viejo
cuando supo de quién se trataba.
—¿Ya le avisaron a don Ezequiel?
—Ése va a ser su trabajo —respondió el comandante.
—¿Y los papeles de la necropsia?
—¿Necropsia?, ¿para qué?, está viendo… —Lo dejaron solo
con el cadáver. Avisarle a Ezequiel. ¿Y cómo iba a hacer tal cosa?
Trabajó de memoria: la fotografía que encontró en su álbum era
de hace mucho tiempo: no servía. Siempre supo que acabaría así,
con una llamarada. Así o en una zanja del camino, se dijo mientras
revisaba el cuerpo. Le buscó los ojos: una burbuja blanca cubierta
con una costra amarillenta miraba desde el lado izquierdo de ese
rostro; del otro, una piedra de sangre seca. Pensó en cómo explotan
los ojos de los pescados cuando se fríen en el sartén. Se le revolvió
el estómago. No tenía mucho que el Niño lo visitó.
68