Page 63 - Antologia Jóvenes Creadores Primer Periodo 2014-2015
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Aniela rodríguez

Ya era muy tarde cuando desperté y entendí que el llanto sirve para
ocho cosas: para nada y para siete chingadas. Palacios me quitó la
camisa y yo cedí de muy buena gana, cerré los ojos y recordé los
primeros días —los más felices— de nuestro matrimonio. Yo, que
nunca entendí los inescrutables pronósticos de la medicina, me
senté a esperar en el borde de la cama. Recordaba a qué sabía la
hostia que el padre había puesto en mi boca el mismo día que Ma-
tilde se volvió un ovillo entre mis piernas, cómo el calor de su es­
palda había puesto en su lugar a todos mis temores de adolescente
trasnochado. Recordaba la pesadez de su cuerpo cuando hace al-
gunos días comenzó a brincar de la cama, a ponerse el vestido, a
montarse en el Porsche. A veces, cuando conseguía olvidarlo, la
puerta se azotaba en la mañana y el millón y medio de ovejas que-
daba esparcido por el piso.

    La razón de mi desgracia es una ecuación imperfecta. El caudal
había empezado a crecer y resbalaba como una enorme víbora
sobre mi regazo, se retorcía y volvía a dar la vuelta para terminar
botado en el piso. Tuve que recordar los golpes que me daba Matil­
de en la cabeza para ver si de una vez por todas se me salía el agua
en una pasada, y en su lugar me convertía en una fuente imparable
que escurría agua por las orejas y escupía seis veces por minuto. No
logré retener su imagen mirándome a los ojos, buscando un pre-
texto para escaparse por la noche. En minutos, sentí cómo por la
nuca me caminaba un animal de muchas patas, imposible de cla­
sificar. Me di la media vuelta y creo que ahí es donde empezó a
volverse de piedra; el temblor comenzó en las manos para luego
esparcirse por todo el cuerpo. Uno no conoce la violencia hasta
que su propio cuerpo amenaza con echarlo a perder todo. Enton-
ces ya no hay tal lugar como casa y las manos sólo son dos inser-
vibles arañas de plástico. Palacios dijo que de tanto llorar había
terminado por ahogarme la memoria. No le creí: cerré los ojos,
y dormí sintiéndome seguro de que al día siguiente despertaría
llorando.

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