Page 67 - Antologia Jóvenes Creadores Primer Periodo 2014-2015
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alfonso valencia

    —¿Quién chingados se robó mi cuerpo?
    Un hombre se adelantó a Eleazar:
    —Patrón, yo cargué la caja y estaba llena. No es que la madera
con que está hecha pesara mucho. No. Estaba llena, traía algo aden­
tro que se evaporó cuando la abrimos. ¡Se lo juro por la Santa!
    —¿Y por qué la abrieron cuando yo no estaba?
    —Queríamos ver que el Niño estuviera bien. Que lo hubiesen
arreglado bien en Trescoronas. Que pudieras verlo. Ya es mucho
dolor, Eze.
    —¿Y dónde está? —insistió el hombre. Ya no supo si se desva-
necía de coraje o de impotencia. Eleazar no podía mentirle. Jamás
lo haría: le juró lealtad ante la Santa y una promesa así no se rom-
pe. Además, era su hermano. Su hermano. No de sangre, se debían
cosas más profundas que los genes. Hermanos de los que no se trai­
cionan por una herencia. De los que no se ofenden. De ésos.

El Niño se mató en su carro. Bajaba por las curvas de El Real
cuando perdió el control y pisó el acelerador para probarse a sí mis­
mo. Has de morirte así, dijo mientras el auto se coleaba. Derrapó
unos metros y terminó en las rocas que flanquean la curva. Muer-
tes así seguido, en la bajada. Las cruces se atiborran en la orilla y
mensajes escritos con pintura blanca brillan sobre las rocas: inicia-
les y fechas. “Santa, protégelos”, “En paz descanse”, “Tal de tal”.
Impactos mortales, muertes instantáneas.

    Pero el Niño no murió entonces. Abrió los ojos luego del golpe
y distinguió un río de sangre del grueso de una gota deslizándose
carretera abajo desde donde nacía su ojo izquierdo, sobre el pavi-
mento. La vida en fuga desde una perspectiva privilegiada. Claro
que él no pensó en esto: sólo supo que era su sangre y reconoció su
carro entre los fierros, el fuego y las manchas de aceite y combus-
tible. Se incorporó trabajosamente. Si hubiera llevado puesto el
cinturón de seguridad, estaría ahora dentro del armatoste, ­retorcido
como los fierros y las láminas.

    Pero hay cosas que simplemente pasan: el impacto lo expulsó
del vehículo, dejándolo tirado y golpeado sobre la carretera. Si hu­
biera sobrevivido un poco más —lo suficiente para que alguien se

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