Page 141 - Antologia_2017
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Caminos íntimos, complejos,
                  eso son las novelas

Quien escribe novela viene y va entre territorios vastos, inagota-
bles, siempre en búsqueda del personaje. Por un lado, la inevitab­­ le,
atenta –y casi siempre demoledora– observación del género huma-
no; por otro, la travesía infinita a través del laberinto interior. El
minotauro puede encontrarse o no, pero el viaje es, de suyo, intenso,
espeluznante, luminoso, caótico. Y todo el camino teje, zurce, entre­
la­za, desteje, trama, hila, urde. Como Ariadna, las Moir­as, las Nor­n­ as.
Tejedores de destinos ficticios que reconocemos como propios.

    Abril, David, Pablo, Alfredo, Valentina, Pedro. Modernos Te-
seos de la generación tecnológica. Sus novelas son seis caminos
íntimos –cuatro de ellas están contadas en primera persona– y cada
uno de ellos conduce a una morada compleja, donde se respiran
múltiples ambientes.

    Sagaz y observadora es la niña sin nombre que se interna en el
suceso oculto que ha dejado una huella dolorosa, incomprendida,
silenciosa, como un agujero negro alrededor del cual gravita la fa-
milia completa por dos generaciones. A medida que desentraña el
secreto, ella descubre de dónde surge su propia forma de ver el mun-
do. Planeando sobre la melancolía del fondo, en La espera, Abril
Castillo Cabrera lleva al lector en el vuelo ultraligero de la forma,
en alas de un lenguaje precioso que narra por la vía de la poesía.

    Reflejo de la parálisis, la náusea, la repulsión, lo inhumano que
mora en el alma humana, el personaje de El refugio, también anó-
nimo, habla de una vida que no es vida. Un sótano en tiempos de
gue­rra en el que se sobreviven los despojos de una historia de amor.
Al final de cada escena, el lector piensa que ya no es posible ma-

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