Page 146 - Antologia_2017
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NOVELA
Bajo yo sola y desde que salgo del edificio sé que mi papá me
sigue con la mirada de ese largo pasillo de mi casa hasta él. Aun-
que traiga lentes oscuros siento que me mira. Probablemente me
vio también asomada. Como si hubiera un lazo irrompible a cada
segundo. Todo el tiempo. Por eso es tan amargo ya no vivir con él.
Tengo tanta hambre que desde hace una hora me dio hipo. Mi
papá llega cada vez más tarde por mí. Se enoja si como algo antes.
Si llegamos al restaurante y ya no quiero comer. De todos modos,
él se come lo que yo deje. Siempre. Así que no me preocupa nunca
desperdiciar, porque yo disfruto y él se encarga, y nada se desper-
dicia jamás.
Hola, papá. Y me subo al coche.
Hola, hipo, papá, hipo. Más bien así.
¿Cómo estás, hija?
Hipo, bien, hipo, ¿y tú?, hipo.
Mi papá arranca el coche.
¿Tienes hipo?
Y aunque es obvio respondo.
Hipo, sí, hipo, un poco, hipo.
Avanzamos por la calle empedrada. Lentamente. Más lenta-
mente de lo que él acostumbra, porque, aunque sabe que las llantas
se dañan, mi papá nunca consigue ir lento en nada. Siempre impe-
ra en él una desesperación. Habla a prisa, maneja a prisa, come a
toda velocidad, como una aspiradora. Por eso siempre logra ven-
cer a la digestión y consigue comerse lo de los demás.
Veo una bolsa vacía de cacahuates japoneses. Seguimos avan-
zando. La tomo a ver si queda alguno. Ya no aguanto el hambre.
Hipo, lo miro, hipo, me mira, hipo, responde.
Me los comí porque no aguantaba el hambre, me dice.
Pienso que yo tampoco, hipo, pero le prometí no comer, hipo,
para no arruinarme el hambre.
Él no se la arruina. Hipo. Él puede comer cacahuates y luego
acabarse todo lo que pida. Hipo. Yo no, y no quiero que se enoje
conmigo. Hipo. No quiero decepcionarlo. Hipo.
Yo, hipo, tampoco, hipo, ¿qué comemos?, hipo.
Tomamos una pequeña curva en el camellón del estaciona-
miento empedrado. En eso el coche frena de golpe y por unos se-
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