Page 142 - Antologia_2017
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yor sordidez y, sin embargo, la imaginación de David Poireth sor-
prende al crear otro pasaje que provoca una mueca instintiva de
asco. Su estilo, implacable, bárbaro, sugerente, deja ver un lengua-
je que se reinventa y se renueva en cada frase.

    Historia de un viaje y de un cáncer, de una familia y de una
muerte, de un niño que siempre deseó un padre y un padre que nun-
ca supo serlo, de un amor incompleto, inexpresado, inacabado,
pero aun así, existente. Pablo roe los cimientos de lo que significa
“ser hijo”, mientras camina al borde del pozo profundo del cariño
filial, cuestionándolo, deseándolo, enfrentándolo. En Arqueología
personal, Pablo Mata Olay conduce a quien lo lee desde la inteli-
gencia, la sensibilidad, la ironía, y le muestra un paisaje que se ve,
sobre todo, a través de las ventanas de su propio corazón.

    Pájaros en la cabeza, de Alfredo Núñez Lanz, nos mete de lle-
no a las calles empedradas de la literatura juvenil. En la impulsivi-
dad de los catorce años y para escapar de una situación familiar
tensa, agravada por una travesura escolar, Neto huye de casa y se
suma al paseo a la playa de su vecino y sus amigos. Conforme
avanzan los días y la novela, el protagonista descubre que el ver-
dadero itinerario apunta hacia él mismo. Se interna en su propia
geografía, con humor y asombro, y se reconoce en su propio viaje.

    En Trofeos de guerra, la historia de Catalina nace unida a la de
su abuela Lucre. La expresiva pluma de Valentina Winocur nos
perm­ ite recorrer con ellas los pasillos, cubículos y salones de la uni­
versi­dad en la que la abuela es profesora; las habitaciones del depar­
ta­mento donde viven; sus memorias, desencuentros y secretos. La
dictadura de los años setentas las lleva a dejar Argentina para venir
a México. El régimen deja víctimas: las que ya no viven quedan en
el terruño –el abuelo, los padres– y las que sobreviven lo hacen en el
exilio. Vivir la pérdida, la adopción de la nueva patria, el saberse
diferente, el recuerdo del país del que fueron arrancadas. Y la ver-
dad que, cuando se asoma, arrasa con todo.

    A veces se encuentra más de lo que se busca en la ciudad arti-
ficial surgida en pleno desierto de Mojave. Génesis Montesinos
elige Las Vegas para terminar con una vida que se antoja lánguida,
solitaria y triste, no sin antes probar las mieles del azar al ritmo del
flop, turn y river del Texas hold’em. En las páginas de Cartas mar-

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