Page 91 - Antologia FONCA 2017_sp

ENSAYO CREATIVO

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Traigo La peste de Camus para leer en los trayectos o en las espe-
ras, los recuerdos se vuelven mortuorios y la ciudad se infecta de
esa atmósfera literaria. En la novela, primero enferman los roedo-
res, mueren por montones a plena luz del día, fuera de las alcanta-
rillas. A pesar del evidente síntoma de que la ciudad agoniza, en
Orán nadie se atreve a pronunciar el diagnóstico. Entre más tarda
el anuncio oficial, más se demora la implementación de medidas
y más se propaga la epidemia: criatura invisible que recorre
sus calles, se mete a casas y habitaciones provocando fiebres do-
lorosas en los humanos. Conforme pasan los meses, se instauran
cuarentenas y los cadáveres se acumulan hasta ya no caber en los
cementerios.

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Estudiar en la facultad implicaba sortear estampidas humanas en
pasillos y escaleras mientras a todo volumen sonaba Radio Po-
lakas. Hacer largas e inciertas filas para cualquier servicio: sacar
copias o libros en la biblioteca, comprar tacos de canasta, entrar a
los sanitarios. En los primeros semestres nos sentábamos en el
suelo cuando no había bancas disponibles, de vez en cuando perros
callejeros se colaban y permanecían ahí atentos a los profesores.
Recuerdo que más de una vez alguna persona externa interrum-
pió la clase para pedir limosna. A pesar de estas condiciones, y
aunque había a quien le tomaba dos horas o más llegar en trans-
porte público a la universidad, el estacionamiento estaba lleno.
Aunque éramos masa y en principio no deberíamos distinguirnos
tanto los unos de los otros, por arte de imantación, casi todos los
amigos que conservo de aquella época vienen de secundarias o
preparatorias privadas. Espacios auratizados, cerrados en sí mis-
mos, homogéneos –y por tanto ciegos al mundo– que intentaban
reproducirse en cualquier parte. Alguna vez me invitaron a una
fiesta cerca del Bordo de Xochiaca. No fui. Me pareció complica-
do llegar y luego regresar en la madrugada. Me mantuve en mi
espacio amurallado.

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