Page 92 - Antologia FONCA 2017_sp
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ANA EMILIA FELKER
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Orán es un puerto al norte de Argelia. Un sitio junto al mar que fue
construido dándole la espalda; desprovisto de la gracia que provoca
ese horizonte, es caliente y seco, monótono, en general, un lugar
incómodo para enfermarse.
Camino junto a los ambulantes que ya levantan el negocio
afuera de metro Tacubaya. El pavimento se ha vuelto ceboso, sua-
ve, gris, mi zapato se hunde a cada paso: pienso en la piel de un
roedor que podría salir corriendo en cualquier instante, moverme
el piso y lanzarme al vacío. Respiro hondo, respiramos toxinas
pero al menos seguimos vivos: las ratas siguen ahí, afanosas en
sus labores.
Un hombre recostado en el suelo se ha cubierto con cartones;
más que haber improvisado una cama, asemeja un ataúd que res-
pira. El desempleo, la imposibilidad de integrarse a un sistema
competitivo ¿serán formas de la peste? Padecimientos que obli-
gan a salir de circulación, volverse dependiente, inservible.
*
Dicen que la limpieza excesiva de las ciudades del primer mundo
recubre espíritus menguantes, y que nuestro caos es pulsión vital.
¿Si soy una maniática de la limpieza, estoy muerta por dentro?
Una bolsa de plástico transparente, en la que antes hubo papitas
con Valentina, se me atora en el zapato y el viento crea una espe-
cie de sello hermético que impide removerla.
*
Me despedí de Nelly un viernes por la tarde en la facultad. Lo re-
cuerdo perfectamente, aunque ha pasado una década. La semana
siguiente nos informaron que estaba desaparecida. Sus padres la
buscaron por semanas, hasta que la policía encontró su cuerpo
torturado en el Bordo. No era la única víctima, las demás com-
partían su fisonomía: mujer, tez morena, estatura baja, cabello
largo. Todas estudiantes o trabajadoras jóvenes que viajaban de
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