Page 125 - Antologia Jóvenes Creadores Primer Periodo 2014-2015
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césar tejeda
ante su fracaso, quiso que la construcción no fuera resultado de la
magia de sus indios momostecos y sí de algunos obreros que pu-
diera mandar a matar para vengarse de las malas intenciones que
fue incapaz de despejar a la hora del conjuro. Dicen que el autócra
ta, ajeno a sus propósitos, imaginó ingenieros de papel y que en un
desplante los destrozó con sus manitas frías y mojadas por la lluvia
—en Guatemala siempre llueve en octubre—, ante el desconcierto
de sus colaboradores y de los niños tristes que veían a su presiden-
te, ese hombre que todavía iba a gobernarlos veintiún años, destro-
zando lo que no existía.
Dicen que Estrada Cabrera repitió el conjuro de semillas de achiote
y plantas de jiquilite y nije durante dos años, teniendo resultados
cada vez peores, hasta que se hartó, y entonces comisionó a dib u
jantes, ingenieros y escultores para que levantaran un templo que
no fuera a derrumbarse por culpa de sus intenciones, que por su
voluntad se mantuviera de pie, y debía ser estilo jónico romano,
hecho de mármol, con seis columnas de veinticinco metros de fuste
por cada lado, capiteles que exhibieran medallones de los benemé-
ritos de la patria, un frontón triangular con relieves, y todo debía
asentarse sobre un estilóbato; y debía ser resistente a los ventarrones
y soportar incluso los terremotos que con tanta frecuencia azotaban
Guatemala. Debía soportar los humores de los presidentes del futur o,
que a ninguno fuera a ocurrírsele tirarlo porque era un monumento
a sí mismo, que los cimientos fueran resistentes al porvenir.
El Palacio de la Ciencia fue inaugurado para las Fiestas Miner-
valias de 1901, y a partir de entonces un sinfín de templos similares,
aunque más chicos y construidos con materiales de peor calidad, se
levantaron en las cabeceras departamentales y otras poblaciones
del país. Los jefes políticos se encargaron de presionar a los pue-
blos para que levantaran los templos de Minerva sin financiamien-
to, porque debían costearlos ellos mismos dentro de su pobreza, y
si no lo hacían era porque no apoyaban las celebraciones por la edu
cación ni a las políticas del gobierno del Benemérito de la Patria.
Cuarenta y nueve templos de Minerva, construidos sobre colinas
para imitar a la Acrópolis griega, dominaron el paisaje guatemal-
teco y recibieron a las Fiestas Minervalias, más importantes que
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