Page 132 - Antologia Jóvenes Creadores Primer Periodo 2014-2015
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Ricardo Garza Lau

              La misión del doctor Lutz

Desapareció una mañana de verano de 1997. Era habitual que se
esfumara por días o semanas con los adolescentes indígenas del
in­ternado. Seleccionaba a un grupo de ellos, cuatro o cinco, los más
aptos para la expedición. A su lado peinaba minuciosamente barran­
cas, islas y sierras recónditas en busca de cactáceas y suculentas
cuya existencia no hubiera sido registrada. Prefería, curiosamente,
dormir en el techo de su camioneta, dominar el entorno desde
ahí, mientras los muchachos se acurrucaban debajo de ésta, entre
las llantas. Montaba campamentos cuando estimaba que la búsque­
da demoraría. En su carpa, además de él, dormía sólo uno de los
indígenas, al cual elegía. La duración del viaje dependía del éxi-
to de la búsqueda. No toleraba volver con las manos vacías. Huía
de la Quinta incesantemente porque anteponía perseguir quimeras
botánicas que soportar las responsabilidades del hogar. Pasaba más
días de excursión que en casa. Pero al menos, antes de cada partida,
el científico Albert Burkhard Lutz tenía la cortesía de prevenir a
Anke, su esposa, sobre el nuevo viaje. Aquella mañana de 1997 no
la tuvo. Su fuga ocurrió sin advertencia.

    La rutina matinal del misionero Albert B. Lutz cuando dormía
en su residencia transcurrió sin contratiempos: despertó a las seis, se
duchó y vistió con la misma camisa blanca del día anterior; media
hora después leyó en voz alta la Biblia y rezó frente a los miembros
del internado que fundó; a las siete desayunó avena, té negro y pan
con mantequilla; a las 7:45 revisó las plantas de los invernaderos. Se
enfureció porque una mamillaria berkiana que extrajo de la zona
huichola de Jalisco se pudría por la humedad de Fortín de las Flores.

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