Page 111 - Antologia_2017
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Ainhoa Suárez Gómez

                     Afasia

Soy Gustavo.

              Tengo  cuarenta y dos

                                     años.

                                     ***

En los libros de símbolos antiguos se hace referencia a una pesa-
dilla en la que el protagonista intenta gritar y no puede hacerlo. Algo
en su cuerpo le impide emitir un llamado de auxilio. El silencio que
lo invade es su peor condena.

    Durante siglos, esa situación fue interpretada como un presa-
gio funesto, que más allá del desenlace de la historia anunciaba el
retorno a tiempos arcaicos. Tiempos en los que el ser humano,
carente de habla, se encontraba a la par que el resto de las especies.
Sobrevivía en un ámbito primitivo y hostil, de señas instintivas e
inmediatas. Cercano a lo plano antes que a lo dimensional, a la
línea antes que al horizonte. Un universo sin palabras.

    En la Edad Media, esa imaginería onírica de referencias ani-
males no tardó en trascender a la vida cotidiana. En aquel entonces
se decía que la palabra mudo venía del sonido producido por las
reses al mugir. Como las vacas y los toros, el mudo era incapaz de
expresarse de manera discursiva porque expulsaba aire a través de sus
fosas nasales en vez de hacerlo por la boca, como se hace cuando
se quiere hablar. El defecto, localizado en la garganta e invisible,
según los cánones de la época, le impedía articular sonidos cohe-

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