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RICARDO MEDEL ESQUIVEL
Otros guardan sorpresas, como este otro: mover tres cerillos
para convertir la casita de la figura 3 en tres triángulos equiláteros.
Recuerde: no se pueden doblar o romper los cerillos, y en la figura
final se han de usar los seis cerillos de la figura inicial.
Figura 3. El acertijo de la casita y los tres triángulos.
Las primeras referencias al uso de cerillos (o pajuelas con azu-
fre) datan de principios del siglo xix, pero hay quien fija el inven-
to en Viena, en 1832. Tal vez muy pronto fueron incorporados a la
utilería de la matemática recreativa.
No resulta extraño que los cerillos, fuente del fuego doméstico,
tengan su pequeña mitología. Productores de sueños en los cuen-
tos de Anderson, son motivo también en la obra de otros escritores
como Chejov, Robert Sabatier o Nicholson Baker.
Algo en los cerillos los mantiene en su popularidad. Su carga
densa de referentes más que su economía, quizás. Prueba de ello es
que las Apps de pasatiempos como los anteriores para teléfonos y
otros equipos móviles podrían valerse de gráficos de cualquier ob-
jeto y sin embargo siguen la tradición de usar unos buenos cerillos.
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