Page 120 - Antologia_2017
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ENSAYO CREATIVO

    El recién nacido, el in-fans, es el ente que no tiene voz. La ad-
quiere, una aguda y asexual, durante los primeros años de vida.
Ésta tiene su primera metamorfosis durante la pubertad. En el caso
masculino es más claro que en el femenino: el cambio es propor-
cional a la transformación genital. La laringe y los testículos se
modifican de modo simultáneo. Pascal Quignard dice que en la
medida en que el adolescente es consciente del cambio que expe-
rimenta y de las variaciones que supone, preferirá ocultar su voz.
El encumbramiento de ese sonido que unas veces es el de un niño
y otras el de un hombre, es la prueba de que las voces son sacrifi-
cadas dos veces. La primera, durante la adolescencia, la segunda,
de manera fulminante y total, con la muerte. Este sacrificio suele
anunciarse de manera paulatina y a veces discreta conforme la edad
avanza, cuando las sílabas, al igual que el cuerpo, exigen descansos.
Necesitan aire. El aliento que se queda corto avisa que la voz está por
desaparecer. El moribundo de los hipocráticos. La expiación se con-
suma en el último aliento, cuando la voz se extingue para siempre.

    El afásico vive en un aletargado estado hacia la culminación de
la última metamorfosis. Se encuentra en el límite. Él es el borde.
Estancado en esa transformación final, su voz ha dejado de sonar,
pero no se ha apagado el cuerpo que la contiene. Es presa del exi-
lio de la palabra, pero no de la vida. Su condición es la de una
naturaleza (aún no) muerta; la de un infante fallecido al momento
de nacer. Es un ente detenido por la tensión entre lo vivo y lo ina-
nimado.

                                     ***

 Decir hola. Siete meses.

                                                Salir del silencio.

                                                                             Volver a la vida.

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