Page 207 - Antologia_2017
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PEDRO ZAVALA
El croupier mostró el flop y acomodó sobre el paño beige las
cartas 10 , 2 , 10 .
No, no. Ese par de 10 no me gusta. ¿Y ahora? ¿No puedo salir
del juego o sí? ¿Creerán que soy estúpido si tiro mis cartas? ¿O
no? ¿Mejor me levanto de la mesa y me voy?
Mary Shelley lanzó al centro de la mesa trescientos dólares con
desparpajo y miró fijamente a Génesis. Su pila multicolor apenas
aminorada. Génesis con los latidos en la garganta y en las sienes.
Finges. Mientes. Estás fingiendo hembra abandonada, remedo
de prosista, pensó el profesor y pagó.
El croupier mostró el turn, la carta penúltima y enseño un J .
Mary Shelley pasó y Génesis quedó sorprendido.
¿Qué hace? ¿Ahora espera? No entiendo. ¿No tiene nada aho-
ra? ¿Apuesto yo? ¿Paso? Como si fuera poco ahora tengo que li-
diar con un J. ¿Mi par de 8 es lo suficientemente poderoso en este
momento? Mary Shelley, no tienes sentido, se dijo y pasó.
Finalmente, el croupier mostró la última carta, el river, y dejó
ver un 3 sobre la mesa. La mujer mandó mil quinientos dólares al
centro. Génesis pensó que debía seguir, apostar, llegar hasta el fi-
nal, mandar las fichas al centro, arrojarse como el día anterior.
No tienes nada y esto es mío, pensó y pagó. En el centro de la
mesa más de tres mil dólares en juego, en fichas plásticas de colores.
El croupier pidió que voltearan las cartas. Mary Shelley mostró
un par de Ases.
–¡No! ¡No! ¡No! ¡Shelley, no! –gritó el viejo, pegó en la mesa
y lanzó sus cartas boca abajo.
–Hey!
–Lo siento.
Mary Shelley recogió el pequeño riachuelo de fichas con am-
bas manos y dio una propina al croupier.
Loca frígida. Miserable maníaca. No es posible, pensó Géne-
sis. Las manos le temblaban. Sintió un piqueteo en el vientre y
escuchó un zumbido en sus oídos.
En la siguiente mano Génesis recibió J , 3 y sin pensar las
lanzó boca abajo.
No se puede así. No puedo arriesgarme así. ¿Qué pasa? ¿Y
ayer? ¿La música, el ritmo sincopado, el sonido de los saxofones,
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