Page 29 - Antologia Jóvenes Creadores Primer Periodo 2014-2015
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AURA GARCÍA-JUNCO

pojos si ya todos lo habían abandonado en su locura? Me dejó todo,
incluyéndola: ¿y qué iba a hacer yo con la maldita caja?

    Tenerla ahí, tan presente, era ave de mal agüero. En medio del
gran salón. Antaño hubo bailes aquí, personas mostrando lo que exis-
tir tiene de hermoso. Boldini los ahuyentó a todos y puso, en lugar de
toda esa vida, la inerte caja, en la que al final terminó la suya.

    Si alguien me preguntara, yo diría que la verdadera transición
de la excentricidad a la locura vino un día de abril como un viajero
en harapos. Los mendigos no eran bien recibidos aquí. Ésta no es
ninguna caridad, quien no tenga qué hacer aquí, no tiene que hacer
aquí y punto. Eso le dije. Para mi sorpresa y sin una palabra, de
entre los harapos, sacó un pedazo de papiro tan negro como la mano
que lo portaba. El nombre de Boldini estaba escrito en él, con her-
mosas letras estiradas. Tuvo suerte: ésa es la única palabra escrita
que, a fuerza de haber visto mil veces, conozco bien.

    Llevé el papiro a Boldini quien, aún sin reconocerlo, dejó en-
trar al pordiosero. Dijo que era griego. Su nombre se me ha borrado
ya de la brumosa memoria. Para mi sorpresa, Boldini me mandó a
las caballerizas a alimentar a los muchos caballos que en ese enton­
ces —todavía— reposaban apacibles y rozagantes. Cuando volví,
me ordenó que preparara una habitación para la noche. El extran-
jero se quedaba.

    Así lo hice, pero no fue necesaria. Sin una palabra desapareció.
Debemos imaginar que con el cuerpo sucio y los pies descalzos se
dirigió a las caballerizas, esas mismas que yo había visitado sólo
unas horas antes, y ahí se decidió a morir. Boldini parecía saber qué
pasaría. No se sobresaltó; recibió la noticia del muerto como quien
recibe la noticia de que la habitación está lista.

    Todavía hoy, el griego está enterrado sin ninguna señal en la tie-
rra, en el cementerio improvisado que yace cerca de la casa. A su
lado, la tumba vacía de Boldini engaña a los curiosos. Todavía hoy,
ignoro qué paso ese día pero sé que algo cambió.

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