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ALFREDO NÚÑEZ LANZ
enfermera de la escuela y me pide sostenerme con una sola pierna,
para comprobar mi estado de ebriedad. Ya mejor no digo nada y obe-
dezco. Me tomo el segundo vaso de agua de un jalón.
Por fin llegan mis papás. La directora, la señorita Emilia, co-
mienza el discurso.
–Señores: este es un asunto muy grave, y esta institución no
puede permitirlo. Los jovencitos están cada día más expuestos a
los horrores de las drogas y es nuestro deber ponerlos a ustedes
sobre aviso para trabajar juntos y evitar estas conductas… No es
posible que a los catorce años ya… el reglamento de esta escuela
lo dice… él mismo lo confesó… también insultó a la maestra…
hay muchas quejas… se vuela las clases… no trae los zapatos del
uniforme… es un mal ejemplo… Queda expulsado definitivamente.
Siento algo atorándose en mi estómago, como si fuera en un
elevador y de repente los cables se rompieran. Mamá trata de ex-
plicar que en casa no hay alcohol, que ni ella ni mi padre beben ni
siquiera en las reuniones familiares (por supuesto, exageran). Ella
no se imagina de quién he imitado esas costumbres, y seguramente
se trata de la clase de alumnos que aceptan en la escuela. La Ma-
ruchan y la directora se ofenden, mi padre ofrece disculpas, les rue-
ga que me dejen terminar el ciclo escolar, para no repetir el año.
–Nuestra decisión es definitiva. No podemos poner en riesgo a
los otros alumnos.
–¡Mi hijo estuvo durante meses en riesgo y ustedes no hicieron
nada! –grita mamá– ¿Cómo es posible que no se dieran cuenta an-
tes? Expulsen también a ese tal Víctor con el que se junta.
–Señora, Víctor no tiene nada que ver en este asunto y le ruego
que se comporte –dice la Maruchan.
Me arranco un pellejo necio del dedo meñique, esta vez sangra
y me llevo el dedo a la boca. Sabe a metal.
–Déjamelo a mí, querida… –interviene mi papá como golpeán-
dola con los ojos. Luego, se dirige a la Maruchan aparentando calma.
–Señora directora, le ruego que reconsidere. Nuestro hijo nun-
ca ha tenido problemas. Él ha estado aquí desde niño y jamás nos
reportaron nada en todos estos años.
–Señor, la directora es ella, la señorita Emilia. Yo soy la coor-
dinadora.
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