Page 25 - Antologia_2017
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ISRAEL TERRÓN HOLTZEIMER

    –Adelante, lo esperan –dijo Olivia. –Segundo piso a la izquier-
da. Supongo que ya conoce el camino.

    –Sí, he estado aquí antes, con su permiso –el caballero comen-
zó a caminar a las escaleras.

    –Señor –llamó Olivia. –Sea amable, ¿de acuerdo?
     El caballero, desconcertado, dio la media vuelta y un apenas
visible sí con la mirada. Continuó su caminar mientras la caída de
su gabardina revoloteaba por toda la estancia. Enrique y Olivia se
miraron resignados, imaginando la hecatombe que sucedería en
esa vieja y glamurosa habitación de los años cincuenta.
    –Por qué no vas preparando el recogedor –dijo irónicamente
Olivia. –Por la mañana tendrás que limpiar los pedazos de un jo-
ven corazón.
    –Los corazones no se rompen –dijo Enrique retomando la lec-
tura del periódico. –Sólo se apagan y ya.
    –¿Piensas que somos un interruptor y nada más?
    –Y algunos traemos falso contacto.
    –No todos somos como tú, viejo lobo –Olivia le recriminó con
autoridad. –Caminando las calles de esta frontera descubrí dolores
que nadie jamás sintió. Sobre todo cuando llueve y hace un frío de
los mil demonios.
    –Querida Olivia, cualquiera que te escuchara pensaría que vi-
vimos en un infierno. Te quiero mucho, pero no acepto eso. Juárez
es más bonito en mis recuerdos que en los tuyos.
    Olivia sonrió casi como un suspiro. Por las ventanillas de la
puerta veía la nieve acumulándose cada vez más. Miró a Enrique
que seguía inmerso en su periódico barato sin muchas ganas de
continuar la discusión.
    –Tienes razón, viejo lobo –dijo casi para sí misma. –Esta ciu-
dad tiene algunos vicios encantadores...

Cuando tocaron a la puerta Gabriela respondió con un casi inaudi-
ble “pase”. Quería escucharse como una diva que esperaba cientos
de visitas y que él era uno más. La puerta se abrió y dejó entrar un
rectángulo perpendicular de luz del pasillo a la obscura habita-
ción. La silueta de su cuerpo se reflejaba en su alma tibia, pese a la
terrible nevada. Ella quiso decir algo, pero se quedó muda. La pa-

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