Page 26 - Antologia_2017
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CUENTO
labra que se asomaba sólo fue un respiro por su boca. El caballero
dio un paso adentro del cuarto a media luz, sin la intención de in-
tegrarse por completo, parado a un lado del perchero, ni siquiera
tuvo la decencia de despojarse de su gabardina.
–Disculpa, querida Gabriela. La tormenta allá afuera es invero-
símil. Quise llegar antes.
–Descuida. Entiendo. Siempre entiendo –dijo ella abriendo
más sus grandes ojos. Una corona mortecina los hizo brillar como
gato.
–Hubiera querido hacer esto con una carta. Tú sabes que lo mío
es escribir y no hablar. A veces tartamudeo y pienso las cosas de-
masiado tarde. Pero sé que no verte sería una grosería de mi parte.
Y no quiero ser grosero, no contigo, y preparé esto, un discurso,
espero lo entiendas.
De su gabardina sacó una hoja de cuaderno doblada varias ve-
ces para caber en su bolsillo. –Es una tontería, la escribí hace un
par de horas mientras trataba de comer algo en la cafetería de Saúl.
–Sigues yendo a esa vieja cafetería –dijo ella con una ligera son-
risa en el rostro. Lo recordaba sentado a través de la ventana con
esas letras pintadas sobre el cristal en la vieja avenida del Ferrocarril.
–Sí, creo que sí, es un lugar tranquilo todavía, y sin duda tiene
el mejor desayuno americano del centro de la ciudad. Aunque el
café no es tan bueno.
–¿Todavía le echas whisky a tu café? –preguntó ella descu-
briendo su secreto. Bebía café con un poco de alcohol antes de
impartir la mayoría de sus clases.
–Sólo ebrio puedo tolerar a tantos adolescentes –respondió ex-
cusándose.
–¿Todavía te duele la espalda por las noches? Espero que ha-
yas ido con un especialista.
–Sí, no, no he ido... ¿por qué hablas como si no nos hubiéra-
mos visto hace años? Sólo han sido un par de meses, Gabriela,
sólo un par de meses.
–Lo siento.
–No tienes que sentirlo tampoco. Sólo que... sólo que a veces
me siento insignificante contigo, con tus expectativas. Eres como
las pisadas de un gigante y yo... y yo como un insecto.
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