Page 31 - Antologia_2017
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DANIEL MOSQUEDA

tos en que nos miramos sin decir nada y sólo podemos sonreír.
Logramos aislarnos en un carnaval con miles de visitantes, en la
terraza de un bar, dos sillas de madera, un par de tarros de cerveza,
los pies sobre la cornisa y nuestra vista en las palmeras mecidas
por el viento, en el río de personas que corre por debajo, frente al
casino. El momento en que mi dedo roza por accidente su pierna,
en que mis dedos recorren su cabello para besarle la mejilla, el
primer beso, el más largo, el último; su tímida mordida sobre mi
labio inferior, mi sonrisa incrédula como respuesta, sensaciones
que duran fracciones de segundo y que en el momento y en el re-
cuerdo parecerán eternas.

    La abrazo, pregunto si puedo hacerlo y la abrazo cuando se
despide, cuando parece que algo se ha roto y es el último momen-
to en que nos veremos. La abrazo y siento que no me quiere soltar,
tampoco quiero hacerlo. Nos fundimos en el otro, intento despe-
garme, buscar sus labios, pero ella se aprieta a mí, me ofrece la
mejilla, inclina el rostro. No podemos despedirnos, no en aquel
momento, ella lo entiende y reclina su cabeza sobre mi regazo.
Hablamos, enredo su cabello, que ella nombraba corto y yo largo,
entre mis dedos y lo coloco detrás de su oído como he escuchado
tantas veces en canciones, como he visto hacen en las películas
tras el close-up. Le beso la mejilla. Sentada nuevamente, busco
sus labios, mi frente contra su frente, nuestras miradas fijas en los
ojos del otro, su rostro que se esconde. Le acaricio la mejilla y
busco sus ojos, me acerco a sus labios, no hay resistencia, siento el
aire caliente escapar de su nariz, el aroma que dejó la cerveza en
su boca, me acerco, no hay rechazo, siento lo acolchado de sus
labios, la beso, me besa, llora y nos seguimos besando hasta el
amanecer.

Uno

Las partículas que forman su aroma la traen a mi mente, me hacen
cuestionarme si debo escribirle, si debo hablarle, si debo esperar a
que ella lo haga. Una semana. Recuerdo entrar por la madrugada
a mi casa, el contraste de aires resaltó el aroma que ella había de-

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