Page 33 - Antologia_2017
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DANIEL MOSQUEDA

del otro apoyado en éste, moviendo la mano de un lado a otro a
modo de saludo y llamado de atención. Siento volver a llegar tar-
de. La plática que comienza con dificultad, en mi mente tengo la
promesa de confesarle que me siento atraído por ella y ésta no me
abandonará hasta el final de la noche. Entramos al teatro, quere-
mos un palco pero nos lo impiden las acomodadoras. Debemos
aguardar a que se llene la planta baja, no debieron vender todos los
boletos. Esperamos junto a la baranda de madera a que se descui-
den y subimos a ocupar el palco prometido. ¿Qué sentiré hoy al
ver de frente al teatro? Al estar formado en la fila, sentado junto a
alguien más. ¿Recordaré nuestra conversación? ¿Su aroma seguirá
en el lugar? Buscaré el mismo palco, el mismo lugar en donde un
pilar cortaba mi visión del escenario en el tercio derecho. Buscaré
su aroma en la butaca, sus palabras en el eco, su recuerdo en mi
mente. Cerraré los ojos y no podré ver la obra, no pondré atención,
dejaré que mi mente divague, que se pierda en un recuerdo casi
inexistente, que construya a partir de lo que fue con lo que hubiera
querido que fuera, con lo que quiero que sea. La buscaré en mi
cabeza, la buscaré entre la gente como busco su mensaje sin que
pase la semana acordada.

    Al llegar al teatro el aroma de las flores del jardín y el perfume
de las mujeres son traídos hacia mí por el viento, en forma de su
recuerdo. Lo recibo ensanchando el torso, aspirando la mayor can-
tidad posible porque sé que en cualquier momento desaparecerá.
La fila es más corta que aquel día y debo dejar pasar gente para
quedar en el mismo lugar. Desde ahí, tengo la esperanza de que
llegue, de que me busque. El perfume regresa periódicamente, al-
guien debe usar la misma fragancia, alguien debe parecerse a ella.
Miro a las mujeres con short, con blusa similar, con los mismos co­
lores, la busco a ella, la espero. Comenzamos a entrar y la esperan-
za desaparece con las luces del teatro. Después todo es evocación.

    Saliendo del teatro intentaré recorrer nuestra ruta, el andador
con la instalación de aves recortando la noche, el puesto de libros
en ediciones malas, el jardín, y la discusión sobre a qué bar llegar.
Después subiré a la terraza, pondré una silla mirando al casino y
recordaré sus palabras que intentaban recrear una película, que me
decían cómo sería más perfecto arquitectónicamente el panorama,

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