Page 118 - Antologia FONCA 2017_sp

VIVIANA COHEN PARKER

rizonte, contra las nubes pintadas de infierno, pudo contemplar el
pedestal del Ángel sin el Ángel. Se acercó y un escalofrío invadió
su alma cuando vislumbró la estatua en el piso. “Éste es el fin del
mundo y tú no quieres tomar la oportunidad de ser lo que siempre
quisiste, eres un cobarde”.

Al tiempo que Teodoro Varela contemplaba cómo el torso sin
cabeza yacía como un collage de Max Ernst en la mitad, y se
guardaba en el bolsillo uno de los tantos pedazos que estaban
desperdigados en el suelo; una vieja que estaba parada en una es-
quina se le acercó y le preguntó: ¿y ahora qué va a pasar?

–Seguro lo sustituirán con uno nuevo, el Ángel no puede per-
derse en el tiempo simplemente –al decir esto, Teodoro Varela
subió la voz.

–Esperemos –respondió la anciana sin quitarle la vista a un
pie inmenso que obstruía el paso de las personas–, sería terrible
vivir sin el Ángel.

Al escuchar eso, Teodoro Varela decidió formalmente plagiar
el texto de Néstor Barrios. Era un robo, sí. Habría consecuencias,
quizá. La promesa de ser lo que siempre quiso lo valía, totalmente.

Gertrudis 1957

Tras el susto del terremoto, los primeros inquilinos que vivían en
el Gertrudis empezaron a abandonar el edificio. Primero se fue
una familia que tras el temblor consideró que era mejor mudarse
a una casita en Sinaloa, ahí la tierra no se movía. En el futuro, el
miembro más pequeño de aquella estirpe iba a recordar ese edi­
ficio como el único lugar en el que fue feliz. Nunca regresó.

Teodoro Varela era un pésimo novelista, eso estaba claro. Que
una editorial hubiera aniquilado su primer relato de largo alien-
to antes de que naciera, era una prueba contundente de su falta
de talento. A pesar de ello, ocasionalmente, cuando el día estaba
nublado se daba la oportunidad de pensarse a sí mismo como un
autor con posibilidades, que si pulía su prosa podría llegar a ser
muy bueno.

119