Page 121 - Antologia FONCA 2017_sp
P. 121

NOVELA

    La primera pregunta fue: ¿cómo saco una novela de esto? No
hubo respuesta, sólo mucha ansiedad. Desde niño odiaba los rom-
pecabezas y ahora estaba frente a uno ambiguo e interminable.
Clavó la mirada en una ventana que se había quebrado en el terre-
moto, sus fisuras se habían acomodado de tal manera que invo-
luntariamente ofrecían un dibujo geométrico que sería la envidia
de cualquier cubista. En el centro del cristal había un hoyo, en los
costados triángulos. Ahí apareció la idea de cómo hacerlo. No
hay que sacar la locura, hay que enaltecerla, pensó.

    Como un buzo en busca de un tesoro, Teodoro Valera nadó en
las incoherencias de Néstor. Lo primero que rescató fueron sus
reflexiones acerca de la humanidad. Todos esos fragmentos en los
que el español discurría en la fragilidad de los mortales. Buscó
las palabras: espera, contención, miedo y, sobre todo, soledad.

    Para Néstor Barrios la soledad era algo más que una condición
humana. Era la casa de las palabras no dichas, de los deseos que
naufragaban en la mente y se perdían en el olvido. La soledad
también era la posibilidad de renunciar al mundo, de volar rumbo
al sol y quemarse en el intento, sin que nada importara. La sole-
dad era un ente poderoso que le permitía a las personas sacarse
los antifaces y revolucionarse.

    De pronto, las palabras de Néstor Barrios abandonaron sus
hojas y se convirtieron en un relato. Teodoro Varela vio frente a
él a los Robinson Crusoe del suicida. Apareció un ermitaño que
no gustaba de las personas y que había decidido pasar sus días
recluido en un bosque para que nadie lo molestara; hasta que
un día, la guerra emergió en su propiedad y llegó a su puerta un
anarquista que no podía con él mismo.

    A las cuatro de la tarde, el silencio se apropió de las calles. La
tranquilidad después del caos, pensó. Teodoro Varela tomó un
descanso y en esa fracción de segundo entró a su cuerpo toda la
ansiedad que no se había permitido sentir en el día. ¿Y sí el porte-
ro sabía de los manuscritos? ¿Qué tan malo en realidad era lo que
estaba haciendo? Una parte de él sabía que hacer lo que estaba a
punto de hacer era equiparable a un asesinato, y eso le hizo saber
que era un humano horrible. Por algún motivo, que él nunca iba a
saber, Néstor había escondido las hojas, lo que indicaba que no

122
   116   117   118   119   120   121   122   123   124   125   126