Page 171 - Antologia FONCA 2017_sp
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NOVELA

    Me unto un poco de mentol en la nariz y me dirijo al segundo
cuerpo que está boca abajo al fondo de la habitación. Tiene un
solo disparo en la parte posterior de la cabeza. Una masa sangui-
nolenta cubre lo que le queda de rostro. La piel a la altura de la
frente se encuentra replegada, desprendimiento que provoca un
tiro disparado a quemarropa. Es casi imposible reconocerlo.

    Suena la sirena de la patrulla que, afuera del motel, hace guar-
dia para los servicios periciales. Es la señal convenida para salir,
así que tomo la cámara y me apresuro a captar el mayor número
de fotografías, hasta agotar el rollo.

    Mientras coloco un nuevo carrete, enciendo un cigarro para
disipar la hediondez que me rodea. La oscuridad se interrumpe
por los faros bicolor de la torreta. Cualquiera creería que la noti-
cia de un asesinato doble alejaría a las prostitutas, proxenetas y
traficantes de la zona; pero no es así. Un par de oficiales dormi-
tando al interior de la cabina no es suficiente para impedir que
un traficante de poca monta termine su transacción y se marche
antes de que pueda darle una segunda calada al tabaco.

    –No es culpa suya, a nadie le importan los muertos –le digo a
la prostituta mientras termino de cargar la cámara y, desde la
ventana, enfoco en primer plano su rostro, alineándole con la se-
gunda víctima, que un par de metros atrás aguarda su turno–, a
menos de que salgan posando para el periódico.

    Veo a una pareja de borrachos bajar de un taxi y acompañarse
a la entrada de La Movidita mientras cantan una tonada ininteli-
gible. Rebusco el último cigarro para decidir si debo dejarlo todo
por la paz o entrar a echar un vistazo. Un prostíbulo es un escena-
rio ideal para un crimen pasional que involucra a una transexual
y a su amante. Nadie va a tragarse el cuento de que fue el “asesi-
no del puente”. Y puede ser que algún testigo esté matando sus
recuerdos con el Bacardí blanco de oferta que promete aguas gra-
tis y un par de fichas.

    Quien quiera que haya sido tuvo la precaución de limpiar el
lugar. En casos como éste cualquier cosa puede ser el móvil: un
asalto, drogas, celos, incluso la custodia del perro; sólo hace fal-
ta una provocación, un pretexto y todo se desencadena de forma
natural.

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