Page 172 - Antologia FONCA 2017_sp
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GABRIEL VELÁZQUEZ TOLEDO

    Tomo más fotografías antes de que la peste llegue a mi nariz
de nuevo y me haga saltar por la ventana. Salgo al pasillo colo-
cando la cinta de plástico con la leyenda “Peligro” en su sitio, doy
un último vistazo a la habitación y me largo de ahí. En cualquier
otro país media docena de agentes resguardarían el lugar, mon-
tando un operativo policiaco que permitiera recabar información
que llevara a la captura de algún sospechoso. Pero no en esta mal-
dita ciudad, donde una vida vale menos que el imperturbable des-
canso de los oficiales en turno.

    Paso por el vestíbulo, donde un adolescente con acné me ve
sonriendo.

    –¿Encontraste algo? –le pregunto mientras meto la mano al
bolsillo buscando una propina.

    Niega con la cabeza.
    –Claro, es un motel, nombres falsos, dinero fácil, nadie quiere
ganarse un problema, ¿verdad?
    –Hay que aprender rápido. La última vez que hubo un muerto
se lo dejaron a la Martha seis horas encima. Al tipo le dio un in-
farto mientras estaba poniéndole y la pobre pagó el pato. Todos lo
hicimos, nos cerraron casi una semana y, pues, de aquí comemos
mi jefita y yo. Por eso hay que aprenderles –me dice mientras se-
ñala con la barbilla a la patrulla sin perder su sonrisa bobalicona–,
uno no debe meterse en lo que no le importa, ¿verdad? –me revira
mientras se frota los dedos pulgar e índice de la mano derecha y
recibe el billete que le extiendo.
    –Trataré de recordarlo –le respondo.
    La idea de tomar un par de cervezas en el bar de enfrente ata-
ca con más fuerza, después de todo hay que reponer las calorías
perdidas; suena música del grupo Bronco, que me recuerda al ve-
lador del periódico que todas las noches pone el mismo casete.
Abro la cartera, sólo asoman un par de billetes que en un lugar
como ese no sirven de mucho, así que junto con la música, sepul-
to mi curiosidad de periodista.
    Decido volver a la oficina a redactar la nota, aprovechando
que no existe el bullicio matutino de las secretarias que, mientras
toman el desayuno, apestan todo a cebolla y a esencia de Jazmín
con alcohol destilado, que hace que el olor perdure.

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