Page 158 - Antologia_2017
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NOVELA

    Cuando nos dimos cuenta de que la casa estaba acondicionada
para alguien que ya no existía nos sentimos ridículos y vacíos.
Mamá reaccionó primero y metió toda la ropa de hospital y las
medicinas en una bolsa negra de basura. Lo hizo enojada, lasti-
mando las fundas de almohada y los frascos de pastillas.

    ―¡Llévenselo, tírenlo todo! ―dijo, aventándonos la bolsa a
mi hermana y a mí.

    No nos dimos cuenta de que había oscurecido y terminamos de
escombrar en penumbras. Nadie lloraba. Cada quien limpiaba por
su cuenta, sin hablar de lo que había pasado hacía unas horas, sin
aceptar lo perdidos que nos sentíamos desde antes de que papá se
muriera. Por nosotros hablaban la escoba barriendo la piel muerta
de papá, la tarja tragándose su baba seca y el trapeador ahuyentando
su olor a enfermo.

    Limpiamos lo suficiente para recibir a las visitas y nos sobró
tiempo. Esperábamos a tres o cuatro amigos de mamá, las amigas
de mi hermana y a alguna otra persona que se hubiese enterado.
Decidí poner música para hacer menos pesado el silencio, pero
cualquier disco familiar me pareció ajeno, ininteligible. Encendí el
radio y sintonicé la estación de la universidad.

    Mi hermana y mi mamá también se asearon. Yo me quedé sen-
tado, junto al radio. No necesitaba pretextos para no bañarme,
pues en esas horas cualquier acto estaba permitido. Una tregua en
la tierra de nadie en la que podíamos recogernos y hacer un inten-
to de curar nuestras heridas.

    Ahí, solo en la sala donde había pasado mi infancia y adoles-
cencia, sentí de nuevo los dolores que desde que había llegado a
Colima a ver morir a mi papá me habían invadido como plaga.
Cuando me fui de ahí juré no volver, pero el cáncer rompe prome-
sas y traiciona principios.

    Intenté ver a mi papá. De cuerpo completo, antes de que enfer-
mara. Quería dejar de sentir el dolor de su muerte recordando su
vida. Pero muy pronto me di cuenta de que era su vida lo que más
me dolía.

    No pude dejar de verlo, aunque ya había llegado gente y mamá
hablaba con sus amigos arqueólogos sobre excavaciones y buro-
cracia. Mi hermana estaba en los brazos de su amiga. Y yo solo,

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