Page 162 - Antologia_2017
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NOVELA

    El Atlantic siguió su camino. El sol apareció del lado izquier-
do, y muy pronto sus rayos molestaron y no dejaron dormir a mi
hermana. Yo sonreí burlonamente, aunque también me afectaban a
mí. Ninguno dejó las cobijas, seguía haciendo frío y el volcán Ne-
vado, a unos kilómetros de nosotros, tenía algo de nieve.

    El paisaje tropical se había perdido por completo. Ahora íba-
mos en medio de campos de trigo, que con los rayos de la mañana
parecían doblemente dorados. También vi árboles en flor que no
existían en Colima, y que me parecían muy bonitos, europeos.

    A continuación, pasando la caseta de Ciudad Guzmán, miré de
mi lado del Atlantic una nube que se movía de arriba abajo y hacia los
lados. Se alejaba, se acercaba, se comprimía, se expandía y trinaba.
Era una parvada de miles de pájaros negros.

    Nunca había visto algo así. Quise compartirlo con mi familia,
pero mis papás miraban al frente y mi hermana había conseguido
dormir, así que me dediqué a simplemente mirar. La parvada uná-
nime latía una y otra vez, y en cada sístole cambiaba de forma y de
dirección. Era un conjunto perfecto en el que cada elemento sabía
lo que iba a pasar. Si un solo elemento decidía no hacer caso a su
naturaleza, habría generado un pequeño desastre que se multipli-
caría, se potenciaría y terminaría con el vuelo.

    Eso es el cáncer.

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