Page 172 - Antologia_2017
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NOVELA

haberla tumbado. Antes no estaba así, alguien le habría agarrado el
ala, porque ni modo de que ella se acomodara para estirarse. El
caso es que lleva así tres días. Hoy podría pasar un coche justo
donde está y la aplastaría aún más. Quién sabe.

    –La célula es la unidad de todo ser. De hecho, es el elemento
de menor tamaño que puede considerarse vivo. Tienen caracterís-
ticas estructurales y funcionales. Copien las columnas que escribo
en el pizarrón.

    Hoy me toca Biología. El profesor es más tranquilo que otros,
tanto que su voz me arrulla. Las nalgas le tiemblan cuando escribe
en el pizarrón; su gordura hace que todo él esté conectado en una
masa. Sus piernas son muy velludas. Lo supe cuando hubo partido de
futbol entre los alumnos y los profes. Su equipo lo puso como de-
fensa en el segundo tiempo para que no sudara tanto. Él trataba de
correr, se veía que se esforzaba, pero jadeaba mucho. No me gusta
hacer deportes con los maestros, en general es aburrido. Al princi-
pio nos ponen a dar vueltas en el patio y me salen pecas. Yo siempre
saco un pretexto para quedarme en la sombra, y tengo un tío doc-
tor que me firma los justificantes médicos.

    –…Y todo esto se hace presente desde cierta edad. Nuestro
cuerpo deja de crecer a los veinte años más o menos; luego, a los
veinticinco, llega al grado más alto de desarrollo y de ahí empeza-
mos a morir poco a poco.

    Ya quiero salir al primer descanso, pero faltan todavía dos horas.
Tal vez recojan a la paloma muerta mientras yo apunto lo que ven-
drá en el examen de Historia y luego me vuelvo loco con los parén-
tesis y las equis del álgebra. Quisiera saber cuándo pasa el de la
basura para ver cómo la recoge. Raspará el suelo con esas espátulas
que usan para las hojas muertas, porque está muy pegada de un lado.
Desde aquí se escucha a diario cuándo levantan la mugre, pero no se
alcanza a ver mucho. Si pudiera asomarme bien, a lo mejor vería algo,
pero esa reja trenzada que cubre las ventanas no cuela ni la luz. Aun-
que a la paloma se la llevaran cualquier día, dejaría una mancha en
el suelo y algunos recordaríamos que estuvo allí. Lo mejor sería que
no la recogieran nunca, para ver si es cierto que las hormigas llegan
a todos lados. Ese pedazo donde cayó está tan peligroso que ni las
moscas, por mucho que les atraiga lo podrido, querrían comérsela.

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