Page 51 - Antologia_2017
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Gustavo Franco
El rey de la carretera
Por fin se empiezan a cargar los frenos de aire. No sé cómo los pudo
arreglar, si la manguera del compresor parecía inservible, se hallaba
destrozada por completo. Ya me estaba empezando a desesperar.
–Es que el pinche Bigotes es un chingonazo –dice él mismo al
subirse de un salto al Kenworth rojo. Después de mantener el pie
en el acelerador el tiempo necesario para alcanzar una presión que
permita liberar las llantas, aprieta con fuerza un gran botón amari-
llo con forma de rombo que sobresale del tablero. Lo empuja has-
ta que deja de sonar el aire que se escapa. Hace lo mismo con el
otro que está a un lado, un octágono rojo. Toma la palanca y mue-
ve la uña del selector de cambios. Mete la velocidad y comienz a a
avanzar despacio para salir del acotamiento en el que estuvimos
hora y media buscando la manera de tapar la fuga que tenían los
frenos. Me empieza a explicar su historia, no sé si con afán de cul-
par al camino andado por las rutas que delinea el futuro.
–Este jale de trailero, para mí, es el más respetable que puede
existir –se incorpora a la carretera, mirando que no venga ningún
coche– es una gran responsabilidad la que se lleva al volante. No
entiendo por qué me topo con gente que no me da chanza cuando
quiero cambiar de carril o rebasar. ¿No sabrán del peligro? A algu-
nos lo que les importa es llegar rápido y lo malo es que a veces,
por querer estar cinco o diez minutos antes, ni llegan. La gente se
vuelve viciosa al riesgo sin notarlo. Uno que trabaja en esto día y
noche, se impone a ir con mayor exigencia. Muchos no toman en
cuenta que es veinte veces más duro frenar un tráiler que una ca-
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