Page 52 - Antologia_2017
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CUENTO

mioneta, y peor si vienes cargado. Una volcadura te hace un des-
madre –hace una pausa en la charla, baja el conversor y regresa el
selector para después meter la palanca en su primera posición. Va
agarrando vuelo el tráiler y me pide que me abroche el cinturón,
que porque la vida es frágil y se debe cuidar –tanto la propia como
la ajena. Tienes que estar al tiro. Pegarle duro al camino para lle-
gar a buen destino, porque ahí te esperan. La clave es esa, enfocar-
se siempre en la ruta que te lleve a tu destino, hasta dominarlo.
Construirlo según la propia voluntad. Eso me decía mi jefe cuando
yo era un mocoso. Él fue chofer muchos años, y a mí me encanta-
ba acompañarlo a conquistar las vías de asfalto. Era el rey del vo-
lante. Gracias a él nunca me faltó nada. Le aprendí que con
int­eligencia y tesón se puede encontrar la solución al problema
más enredado. Tenía un chingo de paciencia. Era un ejemplo a se-
guir. En sus ratos libres resolvía crucigramas y de esos jueguitos
de números que vienen en las revistas. Yo por eso las compraba,
ahí traigo como tres, pero nunca me he puesto a resolverlos. Ya
mejor las cambié por estas otras–, remata con una sonrisa escondi-
da bajo un grueso bulto de vello facial que cubre por completo sus
labios, dándome en la mano una publicación pornográfica de baja
calidad que archiva, junto a otras, en un compartimento, atrás de
su respaldo. La hojeo brevemente y se la regreso.

    –Toma esta madre. No vaya a estar ya toda almidonada –digo,
pero él no la coge por ir bastoneando, haciendo los retrocesos pre-
cisos para subir con potencia una larga pendiente.

    –No mames, pinche Greñas. No te pongas fresa, si por algo te
mandaron a que te vinieras en el tráiler. Para entregar en Irapuato
te pudiste haber ido en un Ómnibus, o en avión, si eres tan mama-
lón, o tus patrones, según tú.

    –Es broma, Bigotes. No te pongas nena. Yo aquí vengo más
cómodo que en un camión de lujo, que no ves que me voy a pasar
al camarote ahorita, no más que me dé sueño.

    –A huevo, pero no te olvides que vas a disparar la cena, eh.
Cuando quieras pásate para atrás y te despierto.

    –Sí, al rato. ¿Cómo cuánto tiempo calculas que hagamos?
    –Creo que si le pego toda la noche y no hay complicaciones
para las diez de la mañana ya estamos llegando –toma el micrófo-

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