Page 56 - Antologia_2017
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CUENTO

cinta adhesiva. –Hay que bailar bien la gota para sacarle la malilla.
La primera nube se deshecha –limpia con la toalla el hollín que
queda en el cristal. Vuelve a calentar y esta vez le pone un fuerte
jalón para expulsar de inmediato una densa bocanada blanca que
se expande al interior de la cabina con un asqueroso olor a par­afina.
Repite el ritual y frota otra vez con la toallita. –¿Vas a querer? –
niego con la cabeza al tiempo que me pregunto si en realidad no
estaría más cómodo y seguro en un Ómnibus. Guarda el bulbo
envuelto junto a las revistas.­ –Qué bueno que no le entres. Es lo
mejor que puedes hacer, porque esto es una mierda. Con eso tengo
para llenarme de energía y pisarle al pedal toda la noche sin des-
canso –me dice, como excusándose, –sólo es para el trabajo, cuan-
do tengo que llegar temprano. Mañana, domingo, tenemos que
alcanzar a la gente que va a descargar. Estoy seguro que salen a
medio día. Hay que estar allá antes –suelta los frenos de aire y
arranca con seriedad.

    Escuchar eso me tranquiliza un poco. Ya llevamos bastantes
horas de retraso entre comidas, paradas técnicas y reparaciones.
No es que sea urgente la entrega, pero cuanto más tiempo tarde-
mos, tanto más van a aumentar los gastos.

    Recorremos varios kilómetros en silencio, hasta que enciende
el estéreo y le introduce un disco compacto. Comienza a sonar una
canción de Los Temerarios. Empuña el micrófono del radio, lo
acerca a la bocina de donde surge la melodía infame y abre la co-
municación para compartir por segundos su deleite. Luego le baja
a la música y empieza a comunicarse con otros choferes entre cla-
ves que no comprendo, con una tensa sequedad. Supongo que es el
efecto de la droga. Me paso para atrás sin muchos aspavientos y en
un rato caigo dormido, arrullado por los mensajes con interferencia.

Despierto diez minutos antes de las seis. Pronto empieza a apare-
cer la aurora. Avanzamos a paso lento, demasiado lento.

    –¿Dónde estamos? –pregunto extrañado.
    –En Cosío. Casi llegando a Aguascalientes.
    –¿Apenas?
    –Otra vez se le tronó la manguera al compresor de aire. Desde
Zacatecas me la he tenido que aventar a paso de tortuga para no

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