Page 67 - Antologia_2017
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ANDREA CHAPELA

    ―¿Qué Focus, güerita?
    Me vuelvo. El Focus verde ya no está. Los glitch de memoria son
errores menos comunes, pero con mi actual estado emocional no me
extraña que aparezcan. No estoy segura si la posibilidad de que otros
remanentes de mis recuerdos se presenten me da miedo o emoción.
    Camino hasta Acoxpa, y aunque no hay murciélagos saliendo
de las alcantarillas o agujeros en los muros, hay algo distinto. Sólo
que no sé qué es. En el trayecto hasta Tlalpan compro un vaso de
mango con chile. No tengo alteraciones de sabor. El mango sabe al
mango picosito de siempre. Los cruces de sabor son lo peor. No
hay nada más desagradable que probar un mago y que sepa a bis-
tec o a chilaquiles o a plátanos con crema.
    La avenida está llenísima, pero eso es normal a las diez de la
mañana. No quiero tomar un micro porque el día está bonito y no
se me va la cosquilla de que algo está raro. Cuando subo al puente
peatonal me detengo a la mitad y desde la altura veo a los peseros
pasar lentamente. Alguien baja la ventana y lanza un vaso hacia la
calle. Hace una curva perfecta antes de golpear el suelo y despa-
rramar su contenido. Me fijo, porque se mantiene suspendido en el
aire por segundos y después cae en cámara lenta. Eso es lo raro. La
ciudad está sucia. Hay basura en las coladeras, acumulada contra
las paredes: vasos, papeles, pósteres políticos viejos y nuevos, res-
tos de comida a media descomposición. Con mis filtros caídos, la
ciudad pulcra a la que estoy acostumbrada desapareció y me en-
cuentro mirando el esmog por primera vez en años. No lo había
extrañado ni tantito.
    Me subo al tren ligero en Estadio Azteca. El vagón va un po-
quito lleno y mejor me quedo cerca de una de las ventanas para ver
los nuevos grafitis que el telón siempre me ocultaba. Cerca de Di-
visión del Norte pasamos por uno que parece un mosaico, todas
las piezas de colores distintos forman la imagen de un ajolote, sus
branquias rosas se levantan como peinado punk y sonríe con su
cara infantil. Hace unos años un grupo de conservación lo tomó
como símbolo. Está tan bonito que voy a cambiar la configuración
de mis filtros para poder verlo.
    Estos días no uso mucho el tren ligero. Lo usaba más antes, por-
que Carlos y yo íbamos todos los fines de semana de paseo al Cen-

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