Page 68 - Antologia_2017
P. 68

CUENTO

tro en busca de nuevos restaurantes, nuevas calles dedicadas a
vestidos de novia o al papel o electrodomésticos de décadas pasa-
das o a zapatos de cuero. Pero he evitado ir desde que se fue. Sien-
to que por todas partes me voy a encontrar su recuerdo y ahora
encontrarlo es una posibilidad real. El tren ligero se detiene. ¿De-
bería regresar a casa? Cuando las puertas se abren, me quedo don-
de estoy.

    Me prometí a mí misma que poco a poco iba a recuperar todos
esos lugares en la ciudad que conocimos juntos, iba a hacerlos míos
de nuevo. Carlos y yo teníamos un plan para la próxima vez que
alguno de los dos tuviera un día roto. Habíamos acordado que quien
tuviera la sincronización completa pediría el día y nos iríamos a
recorrer el Centro para comparar percepciones. Caminaríamos del
Zócalo hasta Bellas Artes y dependiendo de qué enc­ ontráramos, iría-
mos hasta el mercado de San Juan. Así que iré a caminar al Centro,
a pasear por las calles adoquinadas entre los edificios coloniales
convertidos en tiendas de ropa y cafeterías. Su ausencia o su pre-
sencia no me detendrán.

    Me bajo en Taxqueña y al pasar los torniquetes, el mío se siente
pegajoso. No pegajoso normal, como si alguien lo hubiera emba-
rrado de dulce, sino pegajoso como si fuera un caracol que expul­sa
baba. Quiero regresarme a tocarlo, pero la gente cambiando de
transporte me aleja. Me miro la falda a ver si quedó alguna mancha
de baba de torniquete, pero no hay ningún rastro. Dejo que la gen-
te me arrastre de una salida a otra. Metro Taxqueña es la misma
cosa de siempre: las mismas colas para ponerle dinero a las tarje-
tas, los torniquetes de metal no babosos, las escaleras pandeadas y
con brillo de tantas pisadas. Sí, hay un brillo especial, como si
todo tuviera una luz por debajo, como si lo hubieran pulido tanto
que de pronto desenterraron luces. Camino despacio con la mirada
fija en las baldosas, pero no logro entender si el piso está recién
pulido o es una cosa mía.

    El metro llega justo cuando voy bajando la escalera. Me apuro
para subirme, pero la puerta se cierra en mi cara y veo cómo se
aleja. Me hubiera gustado que se transformara en el gusano naran-
ja que llenaba mis pesadillas de niña, pero eso probablemente pasa
con un error del 50 %. Estoy esperando el siguiente apoyada en la

68
   63   64   65   66   67   68   69   70   71   72   73