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NOVELA

y se combinan con los gritos de esta mujer que sólo pide más y
tiene la cara enrojecida y los labios teñidos de mordidas, cuánta
sangre, la vagina sofocada e hinchada de tanto soportar las em-
bestidas furiosas y mis lágrimas, pero también mis gritos, los
golpes en sus nalgas, mis manos dentro de su boca, sus uñas le-
vantando la piel de mis piernas, y arremeto con ímpetu forzando
el placer para no pensar en este instante, en la carta, en la pregun-
ta obligada, ¿por qué?, ¿por qué ahora?, ¿por qué la muerte, por
qué una noticia así, ahora, justo ahora?, cuando todo va bien en la
vida, cuando ella está tan contenta, tan guapa, y yo estaba bien,
hacía mucho que no me encontraba así y llega la carta, la carta y
esa noticia, la noticia, y sólo puedo pensar en coger, en destruir,
en arruinarla, en arruinarme, en eyacular durante tres días sobre
su cuerpo y cortar, anular mi posibilidad de volver a sentir placer,
a la verga la verga, no más placeres, no más delicias, no más gri-
tos de esta mujer, gritos que me crispan y me excitan, los gritos
otra vez, otros gritos, los de él, la imagen del cuerpo cayendo y los
nervios reventados y el organismo que queda como un acordeón
comprimiéndose y expulsando todo su aire para convertirse en
una plasta, un puré, más sangre, ¿por qué ella grita así?, ¿por qué
me pide más?, un puré de músculos, tejidos, ligamentos, la puru-
lencia que alberga el estómago y la mierda en las rocas del abis-
mo, la mierda invadiendo todo, mierda sobre mierda porque en
realidad no son rocas sobre lo que caemos, es mierda petrificada,
es excremento ya blanco, seco, desmigajado, polvo volátil viajan-
do a las fosas nasales, respira, resiste el latido del corazón que se
siente en el sexo y sigue así, aumenta el ritmo, que duela, el la-
mento que indica el máximo placer, ataca, viene la expulsión del
semen más agrio de la historia, respira las heces que vuelan en el
ambiente, las partículas de la cena convertidas en horror, ahí
viene, grita más, puta, grita más, tú, pinche sujeto de mierda que
eres, ni siquiera puedes terminar, ni siquiera puedes gritar el últi-
mo alarido del placer y haces trampa, como siempre has hecho
trampa en toda tu puta vida y volteas y ves por la ventana el cielo
azul y no lo puedes creer. Ella se mueve, pero tú ya no tienes
energía. Miras al piso, el mareo, colillas de cigarro, un vaso que
tenía whisky, envolturas metálicas, una botella de vino vacía, la

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