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NOVELA

agosto, fue categórica. Regreso a las carnitas de la Moctezuma:
sabor excelente, aunque noté un leve exceso de cal en las tortillas.
El buche es de fantasía, igual que su chamorro. Los cuer­ itos, una
delicia. No le entré tanto a las salsas, pero no hacía falta. Con­
clusión: tengo que volver.

    Viernes: sin actividad por recuperación. Maldita salsa verde
de Jamaica o algo podrido de La Merced. Quién sabe. Prebióti­
cos, galletas saladas y manzanilla.

    Sábado: taquiza en casa de Chucho. Calificación 10. Llegué
todavía medio dañado, pero ni modo. Las carnitas fueron hechas
por el tío de Chucho, él vive en un pueblo de Michoacán del que
no recuerdo el nombre… si las carnitas de puesto y de mercado
son mejores que las de restaurante, las carnitas de casa superan
todas las expectativas. El cazo, la coca cola en el aceite, el jugo
de las cincuenta naranjas, la pala de madera y la achicalada del
final no tienen madre, es decir, todo este compendio llega al mun­
do como una Eva inocente dispuesta a conquistar el universo
masculino. ¡Agárrense! Siete horas entre taco, plato de carne,
cerveza, rascarle al cazo, ir al baño, expulsar con alegría, y vol­
ver a entrarle con ganas. Sonia me alcanzó y aunque primero no
quería probar la achicalada, luego le encantó. El guacamole es
fundamental, igual que los nopales y algo de pepino para hacer
el taco más grueso y la caca más suave. Las risas de la confianza
de la amistad es otro factor que hace que las carnitas sean aún
más deliciosas en compañía que en soledad. Diez para el tío de
Chucho.

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