Page 189 - Antologia FONCA 2017_sp
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NOVELA

Incluso ahora, dos vidas después, no sé muchas cosas, ni siquiera
estoy seguro de lo que recuerdo. Casi todo lo que he sabido algu-
na vez lo he olvidado o se ha convertido en algo distinto en mi
memoria. Por eso comencé a anotar mi vida. A veces lo hago, a
veces no. Puedo jurar, eso sí, que ninguna niñera quería realmen-
te cuidarme. Se empezó a rumorar que a una de mis niñeras, una
hermosa jovencita de cabellos rubios y mejillas rosadas (así era,
como una bonita ilustración de uno de los libros que leía), le ha-
bían amputado una de sus manos debido a una grave infección
provocada por una mordida de los cochinos y chuecos dientes del
niño Raulito Ventura. Así debieron decirlo, en tercera persona, no
soy yo el que lo dice, pero definitivamente son mentiras. Hay que
tomar con reservas los chismes de las niñeras.

    Cuando cumplí siete años ya nadie quería hacerse cargo de
mí. Tampoco es que yo necesitara que me cuidaran. Si quería co-
mida, algo que casi nunca pasaba, sólo tenía que atravesar los lar-
gos pasillos de la casa, bajar unas enredadas escaleras y tomar
por asalto la cocina. A veces desgajaba una mandarina y comía la
mitad de algún pan azucarado, para después hacer el largo cami-
no de regreso a mi habitación. Cuando decidía no bajar en varios
días, tomaba provisiones, generalmente frutas que terminaban
pudriéndose debajo de mi cama, donde solía comer. La oscuridad
no me daba miedo.

    Entonces sólo le tenía pavor al baño de mi habitación, el úni-
co, por cierto, que tenía permitido usar. Más de una vez me hu-
biera gustado saber que había alguien a unos cuantos pasos del
baño. El miedo al cuarto de baño tenía mucho de irracional. Me
ponía nervioso ante los azulejos blancos y brillantes que cubrían
las paredes, el techo y el piso. De no ser por la ubicación de los
muebles de baño, nadie que se encontrara ahí sabría si estaba de
cabeza o si caminaba como araña por la pared. El baño era distin-
to a todas las habitaciones de la casa (incluyendo los otros cinco
baños), construida durante la época colonial.

    El baño de azulejos blancos fue un intento de remodelación
que emprendió mi madre tiempo atrás. Mi madre estaba suscrita
a todas las revistas de moda y hogar que uno se pudiera imaginar.
En una de ellas leyó que si uno quería ser verdaderamente feliz

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