Page 42 - Antologia_2017
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CUENTO
pero aún no me puedo dejar llevar, aún no puede ser amor, aún no
puede ser historia, una respuesta lo contiene todo como una presa
en época de lluvia a punto de desbordarse. Nos despedimos, nos
abrazamos, nos besamos una y otra vez, en ocasiones esto se sien-
te como amor, le digo arrepintiéndome en el momento, el sol no
tarda en salir, su celular suena, debe entrar a casa, en otras como
una despedida.
Aquello no fue una declaración, aquello fue una confesión,
pienso mientras me dirijo de regreso a casa. No le pedía nada, sólo
confesaba mi sentir.
Epílogo
Existen lugares en los que el aroma a tierra mojada aún presagia la
lluvia. El agua debe ser limpia y la tierra tenue. La primera lluvia
del año termina con la temporada de calor, de incendios, reempla-
za un cielo azul y un sol que tiñe todo de dorado por uno gris que
deja a la ciudad sin sombras, sin gente transitando por las calles.
Evito los jardines donde el agua levanta los vestigios de orina y
heces de perro. Prefiero las calles de adoquín, los edificios de can-
tera que siempre guardan la cantidad justa de polvo para mezclarse
con la lluvia. Prefiero la calle de las sombrillas verdes que va alter-
nando el aroma a café, a pan recién horneado, a encuentros, char-
las, a lecturas, a despedidas.
Caminar bajo la lluvia en una ciudad en que el aroma aún trae
consigo la nostalgia y no el descontrol, en que el agua no se estan-
ca y las calles no te empapan de inmediato los zapatos, en que se
puede admirar las iglesias libres de gente, las terrazas de los co-
mercios con las sillas inclinadas tratando de evitar el agua, debería
ser considerado como un evento preciado, en peligro de extinción.
Llevo un libro nuevo bajo el brazo, como es la tradición con cada
primera lluvia del año. El aroma a celulosa, a tinta, se suma al de
la tierra mojada y espera el café para cerrar el recuerdo. Algunos
autos pasan con prisa como si sus ocupantes se pudieran mojar.
Otros los hacen lentamente, con precaución, evitando accidentes y
respetando a los peatones. Cada uno tiene un ritmo que se refleja
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