Page 58 - Antologia_2017
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CUENTO

do. No se me ocurre decirle nada, sólo un “ya se me hacía que no
llegabas”, y siento que no retrata en lo más mínimo mi frustración.

    –Las morenas están al puro chingazo. De aquí para adelante ya
no habrá contratiempos, pero quién sabe a qué hora estemos allá
–dice cuando guarda el marro en una puertita externa que está de-
bajo del camarote, donde también tiene bandas, cuerdas, trozos de
manguera, cadenas, baldes y esponjas para lavar el camión– las
niñas no me dejaban salir de la casa. Es que ya tenía rato que no
me veían, mis chiquitas. Y se enojó mi mujer cuando me vio todo
ojeroso y todavía prendido. Me eché un baño, y al salir, me chin-
gué unos chilaquiles que me hizo, bien picosos. Seguía molesta,
pero no le hice caso. Cuando venía saliendo para acá, mis dos cris-
talitos me detuvieron en la puerta y me decían que no me fuera.
Nomás se levantaron de la cama a pararme. Su mamá me reclama-
ba que yo había quedado de llegar desde ayer, que casi no las veo,
que ella también quiere atención. La dejé hablando sola. Sí me
quería quedar, pero el jale es el jale. No se puede ser aprensivo, ni
apegarse mucho a la familia, porque eso, en cierta forma, te escla-
viza y no cumples con el viaje, que exige más cuidados de lo que
piensas. La mayor parte del tiempo lo paso en soledad, en la carre-
tera, apartado de todo, y por eso hago lo que quiero sin tener que
considerar nada ni a nadie, más que a lo que se me antoja. Ya des-
pués, cuando regreso a casa, disfruto más ver a mis chicas. Me la
paso mejor, gozo más las atenciones y el cariño que me dan, si sé
que ya cumplí con mi trabajo. Me tratan como a un rey, porque
también las hago sentir como mi reina y mis princesas. Pero no te
preocupes, mi Greñas, yo también ya quiero llegar. Después de La
Chona ya es pura bajada y se te va el trayecto en corto. Cuando
menos acuerdes vamos a estar llegando a La Fresera –dice con los
huaraches sobre el estribo, con la puerta abierta y prendiendo el
motor–, deja nada más voy a pedirle a la secretaria un vale para el
diésel, en lo que carga aire esta chingadera, y nos vamos.

Desde Lagos de Moreno Bigotes viene soltando el camión en neu-
tral en todas las bajadas. Con gesto de piloto de batalla aérea reba-
sa cualquier vehículo que se le pone enfrente y activa el escandal­ oso
freno de motor antes de las curvas. También lo usa para irritar a

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